Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

Lugar donde nací…

José Ma. Narváez Ramírez

03 de octubre de 2013

Así dice la canción del compositor santiagoixcuintleño cuando habla de su tierra natal… -aunque huele a tecualeño porque estuvo más en aquellos lares que en estos, pero nadie le va a negar el mérito de haberle compuesto a Nayarit un corrido que por poco desbanca a otros de gran fama… Gallegos, es su apellido (luego que platiquemos con el Antropólogo nayarita Francisco Samaniega, les daremos una amplia información de la vida de este gran paisano).

Y no cabe duda de que el terruño donde uno ve la primera luz es el más bonito del mundo… y a su servidor le tocó ver la playa del río más bella del universo cuando la adornaban el Puente de los Cargadores y las canoas configuradas por artesanos de la sierra, arriba de Aguamilpa… Todavía me tocó conocer a uno de los sobrevivientes, del que ojala Dios me conceda hacerle una entrevista para presentarla a su atención.

Y les decía que eran unos arenales extensos donde –cuando el río lo permitía-  cabían dos estadios de béisbol, ahí se escenificaba la Feria de Primavera, cuando hacíamos los estudios de secundaria frente a la vieja casona de don Rafael Tortajada Rivera… Un “veracruzano muy santiagueño”, bastante querido por sus “paisanos” de acá de este lado… Y el pueblo se veía hermoso contemplado de aquí para allá y de allá para acá… O sea de Santiago a La Presa y viceversa… Máxime cuando observábamos el paisaje desde lo alto del Cerro Grande, allá en La Cruz, cuando íbamos a volar papalotes y a echar al viento nuestra imaginación de jóvenes imberbes… teniendo como fondo el gran lienzo divino donde Dios plasma sus mejores pinturas en unos atardeceres de ensueño y en unos amaneceres mejores –dijera don Rafael-… y también cuando las nubes cargadas como ubres hinchadas  de vacas obesas, lo permiten, al igual que los tremendos rayos y centellas característicos de las tormentas costeñas…

Mirábamos desde lo más alto del pueblito hacia Los Corchos y ya pardeando la tarde veíamos el mar… antes de que empezaran las películas en el Cine Alameda, las que “nos las echábamos gratis” desde este lugar privilegiado. Luego el inmueble del Mercado Municipal y el del Hotel Santiago…

Hacia La Presa al término del horizonte, nos quedábamos extasiados contemplando la Sierra de Picachos, entre otras enormes elevaciones de terreno que nos parecían el final del paraíso nayaritano –como llamábamos al municipio santiagoixcuintleño-… Por el lado del Cerro de Coamiles veíamos un camino recto, tan derecho que parecía elevarse en su terminación a nuestra vista, y por un costado nos quedábamos anonadados viendo jugar al fútbol y al béisbol, simultáneamente a tremendos “trabucos” conformados por la muchachada lugareña que los practicaba en el pintoresco y lindo estadio de gigantescas gradas al que bautizó don Pepe -mi señor padre- como “Revolución”, cuando fungió como presidente municipal en el año de 1945 (del que parece que nadie quiere acordarse o que se lo quieren adjudicar a otro, pero él fue el visionario). Al bajar por el lado del cerro en “la bajada de con El Mocho Valdovinos”, donde tenía su fábrica de chavindas, al llegar al camino del que hablaba, constatábamos que realmente era de “vil terracería”… aquel que nos parecía tan liso y tan llano como la parte inferior de una plancha… de las que se usan para alisar la ropa…

Por ahí estaba la bella Quinta de los hermanos Grimm-Curiel, y se veían verdear los mangos de La Alameda, que un día nos legara don Alfredo para que en ella se escenificara como anualmente se viene haciendo: La Feria de la Primavera de Santiago Ixcuintla, Nayarit, con carácter de “Nacional”.

Pero el platillo fuerte desde esta atalaya natural de mi pueblo, era contemplar el hermoso templo del Señor de la Ascensión, remodelado en tiempos de Don Demetrio Siordia Cázarez, (del que habla en reciente entrevista publicada por “La Vanguardia” hecha por el periodista José Ma. “El Timboncito” Castañeda, al “otro” cronista deportivo de Santiago, mi amigo y compañero de escuela primaria don Raymundo “El Cabezón” Betancourt, al relatarnos una parte de su historia cuando fungió como chofer de la camioneta –aclarando- de don Demetrio)… El mejor señor cura que hayamos conocido, por su jovialidad y sus grandes dotes futuristas, su enorme visión de un panorama a muchos años de distancia que le brindaron las ruinas que se trajeron en camiones desde Rosamorada don Fidel Rivera y de don Yito Lomelí para edificar El Arco y la Cruz Atrial, en aquellos años en que contemplamos a la antigua iglesia sencilla de 1945 sufrir una  transformación inigualable con sus relucientes mosaicos en sus torres y de su cúpula, el dibujo arquitectónico modernista del atrio que estaba rodeado de reja y también vimos por primera vez en su nicho frontal, del templo, el flamante reloj “donado por don Librado Marrujo”, aquel humilde herrero que se convirtió por obra y gracia de la Lotería en millonario, cuando cayó el billete que rifó Felipe “El Pelón” Muñoz, -peluquero- y le rogó tanto que terminó fiándole el boleto para la sábana que salió favorecida por “doña Fortunata”…

El señero edificio de la Presidencia Municipal, con su enorme plaza al frente, sus frondosos árboles y su elegante y señorial quiosco con las bellas farolas que alumbraban las noches carnavaleras en que -si mal no recuerdo- en una de ellas coronaron como reina a la hermosa señorita Cecilia Árcega, posteriormente de Grimm, y los chamacos hacíamos ronda por entre la gente quebrando cascarones y rociando de serpentinas y confetti –que recogíamos del suelo- a todo el mundo…

Este es el Santiago Bonito… El Lugar Donde Nací… que canta el corrido que menciono al principio de estas pequeñas remembranzas de un santiagoixcuintleño que también echara su cuarto a espadas y bautizara como… Control… Señores… Control…: “Pueblo de Banquetas Viejas…   Calientes y polvorientas…” 311 145-18-81.

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