Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Tepic, ciudad sin identidad

Sentipensante, grupo de opinión

16 de abril de 2014

*Habitabilidad en las ciudades y movilidad urbana

El crecimiento poblacional y la manera en la que esto ocurre en prácticamente la mayoría de las áreas urbanas del planeta es un hecho que no pasa inadvertido en nuestros días; a nivel mundial existen cuatro grandes tendencias que marcan a la sociedad moderna: la globalización, las tecnologías de la información y la comunicación, el cambio climático y la rápida urbanización y el crecimiento de las ciudades (Clos, 2009).

Respecto de este último punto, por lo general, la manera predominante de ocupación territorial se caracteriza por ciudades pobladas con poca o nula planeación, volviéndolas complicadas para el desarrollo de las actividades cotidianas de las personas que las habitan, deteriorando así su calidad de vida y vulnerando sus derechos tanto humanos como civiles. En tales circunstancias, un término que cobra una relevancia importante es el de habitabilidad. Éste se refiere a la condición de un ámbito determinado de poder estar adecuado a las necesidades del ser humano y de sus actividades, es decir, habitabilidad es la cualidad de habitable, y específicamente la que cumple con las normas aplicables para cada edificación e instalación en particular, llevando implícitos además la calidad de vida y el confort; asimismo, en la habitabilidad inciden las condiciones ambientales, psico-sociales, económicas, físicas, etc. (Construmática, s/f).

En consecuencia, la falta de criterios aplicados al espacio y la movilidad urbana tienen un impacto directo en los ciudadanos y sectores empobrecidos, obligados por las circunstancias a residir en viviendas de tipo social con muy pocas consideraciones de eficiencia y ahorro energético, y otro indirecto en el caso de ciudadanos con más recursos que solucionan su propia problemática de confort utilizando recursos no renovables pero sin conciencia global con la posibilidad de elegir dónde vivir y qué tipo de viviendas habitar sin pensar en el costo que debe soportar el resto de la sociedad local y global (Villalobos y Schmidt, 2008).

En estas condiciones, el aumento de población representa una bomba social que comienza su cuenta regresiva de un modo discreto, en muchos puntos superpoblados y empobrecidos de un escenario geopolítico cada vez más tenso por tantos problemas (Clos, 2009).

Por su parte, la movilidad urbana también representa una serie de inconvenientes para los habitantes de cualquier ciudad. El modelo de movilidad urbana actual se caracteriza por el aumento de la distancias medias recorridas, los cambios en los motivos de los desplazamientos y la ubicación de las actividades productivas (Miralles, 2002). En consecuencia, hoy la mayoría de la población habita en las áreas circundantes de una ciudad, y la zona donde fija su residencia se vuelve una ciudad dormitorio, lo cual conlleva desplazamientos diarios en horas pico desde la periferia hacia el centro y viceversa (Lizárraga, 2006). De esta forma las condiciones y el tiempo dedicado a los desplazamientos significan una fuente de disparidad socioeconómica, en tanto que se requiere de más tiempo y dinero para desplazarse en la ciudad, impactando así en el tiempo dedicado al descanso, al consumo, o al trabajo remunerado. Este fenómeno social afecta en mayor medida a los sectores populares que se trasladan al trabajo o la escuela
en condiciones incómodas, en un mayor tiempo e incluso en más de un medio de transporte que implica para muchos, más de un transbordo.

El caso de Nayarit, y particularmente el de Tepic no escapa a las condiciones lo que ocurre a nivel mundial. Las condiciones de vida actual para la mayoría de los tepicenses, se sujetan a una serie de aspectos, que de manera independiente o vinculada, derivan en situaciones que afectan a la totalidad de la población. Entre estos aspectos se encuentran la poca o nula planeación del espacio urbano que resuelva las necesidades actuales y, de alguna manera, prevea las necesidades futuras de los ciudadanos, no solo respecto a las vías de comunicación y vivienda, sino también en función a los espacios de socialización que comienzan a escasear o bien a configurarse como espacios enfocados a la recreación por mediación del consumo de todo tipo de bienes.

Una constante de Tepic es la mala planeación de la ciudad que habitamos: para una buena parte de la población, es de carácter cotidiano el conducirse por calles y avenidas, ya sea a pie, en motocicleta o bicicleta, en vehículo particular o en transporte público; en cualquier caso, la movilidad dependerá de muchas circunstancias como distancia, tiempo y sobre todo la infraestructura urbana existente, por ejemplo, los paraderos, las bahías y el estado de los arroyos o calles en ocasiones abiertas o en reparación durante un tiempo que excede a lo previsto; todas ellas norma las decisiones de los ciudadanos en cuanto a movilidad se refiere.

Ni qué decir del transporte urbano, que por mucho que los camiones sean los apropiados para el traslado de pasajeros el servicio que prestan a contrarreloj, hace que se atente contra la seguridad de los pasajeros, peatones, ciclistas e incluso otros automovilistas, al circular por calles y avenidas sin respetar la velocidad mínima permitida ni señalamiento vial alguno. En este sentido y solo como referencia de lo que aquí se plantea, el informe de 2011 del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (CENAPRA) reporta que de 2,617 siniestros registrados en total en el Estado de Nayarit, 36% ocurrieron en Tepic y que los accidentes de tránsito son la segunda causa de muerte entre jóvenes de 14 a 44 años.

De acuerdo con la SEDESOL (2012), el problema de la habitabilidad y la movilidad urbana se agudiza si añadimos los pronósticos poblacionales de los próximos años en los que se acentuará el proceso de concentración en las grandes ciudades, habrá más personas mayores de 65 años y una fuerte presión por las necesidades de vivienda de personas en edades intermedias, así como incremento en las desigualdades entre una ciudad y otra debido a la diversidad de las capacidades municipales para ordenar, planear y administrar el desarrollo urbano.

Es innegable que en diferentes sectores de la población hay una demanda de vivienda, no obstante que en las últimas tres décadas se han otorgado más de 12 millones créditos -seis de ellos en el sexenio anterior (SEDESOL, 2012) y que esto derivó en la autorización de complejos habitacionales alejados de las zonas urbanas, falta de contención de la mancha urbana, asentamientos irregulares en zonas no apropiadas para el desarrollo urbano o bien asentamientos ubicados en zonas de riesgo, cuyo uso es exclusivamente para vivienda y que además conlleva una escasa conectividad y transporte público. Pero no solo ocurre esto, en el fondo subyacen en y para la población otro tipo de afectaciones que son menos visibles, y por lo mismo más nocivas para nuestra sociedad.

La falta de una consulta pública, de difusión adecuada, clara y precisa de los planes de gobierno, la falta de continuidad en los programas o proyectos de largo plazo que modifican el rumbo en cada cambio de gobierno, la falta de transparencia en los procedimientos y la sordera crónica que padecen los gobernantes para atender las necesidades que más apremian desde la perspectiva de los ciudadanos, entre otras muchas causas, han afectado la interacción con y entre los habitantes para construir una ciudad conveniente para todos los sectores de la sociedad.

Si bien estas circunstancias no fueron previsibles en otras épocas en las que las necesidades de vivienda eran de otro tipo y la posesión de automóviles particulares era escasa, esto no significa que no deba considerarse una política de ordenamiento gubernamental que incluya además a los ciudadanos y especialistas en la materia, dado que, por lo general, los municipios elaboran sus instrumentos de planeación sin contar con la capacidad institucional, técnica ni financiera para garantizar el seguimiento y el cumplimiento de sus objetivos. Además, carecen de evaluaciones de desempeño, de mantenimiento a la infraestructura y equipamiento, y prevalece la preferencia cultural del funcionario local en turno por seguir construyendo obra pública, sin tener siquiera la capacidad para mantener en buenas condiciones la existente (SEDESOL, 2012).

En el caso de Tepic, el planeamiento urbano referido al surgimiento sistematizado y continuo de instrumentos de política urbana territorial (ordenanzas, planos y planes), existen desde 1983. Si bien el modelo que se emplea para generar dichos instrumentos es -y ha sido- altamente cuestionable, tiene que ver más con un asunto de origen; es decir, han sido instrumentos que funcionan como un fin y no como un medio. Esto es, existe un plan de desarrollo urbano, pero incluye elementos que para el gobierno son transformables, cumple con lo que dice, pero en el transcurso de cadenas se va modificando o bien se cumple con materiales de pésima calidad, que con el tiempo se deterioran y afectan visualmente la imagen urbana dando como resultado una ciudad deteriorada, casi destruida, con altas repercusiones sobre cómo se vive el espacio y cómo se configura éste para la socialización.

El espacio urbano de Tepic, hoy más que nunca requiere de la atención de gobierno y ciudadanos en conjunto pues son éstos los que en los últimos años están marcando la pauta respecto de lo que les es no solo útil sino también relevante para su vida cotidiana. El surgimiento de grupos, colectivos y movimientos culturales de diversa índole, reclaman espacios apropiados para el ejercicio de todo tipo de prácticas que se vinculan no solo con la recreación o el esparcimiento, sino también con necesidades específicas como las de las personas con capacidades diferentes, dado que Nayarit ocupa el cuarto lugar a nivel nacional con personas en estas condiciones, la mayoría de ellas con dificultades para caminar.

Dado que en la sociedad actual predomina una visión de vida urbana, y por tanto de ciudad, debemos construir, al menos, una ciudad que sea habitable para los ciudadanos pero también para la naturaleza y sin la configuración simbólica que materializa el predominio de ciertos grupos sociales sobre otros, sin la lógica de la distinción social que organiza la lógica de la separación y hasta la incomunicación social de los ciudadanos. Lo que se pone de por medio no es sólo una concepción de ocupación, distribución y aprovechamiento del espacio; es fundamentalmente una manera de construir y reproducir las relaciones entre los seres humanos, de cada ser humano consigo mismo y entre los seres humanos y el entorno natural. Tiene que ver por tanto, con modelos de racionalidad ecosistémica que están en la base de los modelos de convivencia humana, con las maneras de posicionarse en el territorio, de valorizarlo, de aprovecharlo, de ocuparlo para la realización de dichas relaciones sociales y socioambientales.

Al no contar con un plan integral para el desarrollo de las actividades de los diferentes grupos sociales en el espacio urbano, somos una ciudad con poca identidad, somos habitantes sin qué habitar; en un sentido arquitectónico no tenemos algo que nos dé orgullo o identificación, no tenemos una ciudad que tenga algo que decir sobre los tepicenses y más aún sobre los nayaritas. Sin identidad, una ciudad no es habitable. El desarrollo urbano de nuestra ciudad debe respetar la capacidad del territorio, prohibir las construcciones en zonas de riesgo, contar con sistemas alternativos de energía, tener la capacidad para dar tratamiento y reciclar el agua y los residuos sólidos, procurar la inclusión y cohesión social, la planeación participativa, así como un enfoque sistémico: calidad de vida, inclusión, sustentabilidad ambiental y productividad. Por lo tanto, sin un plan estratégico que atienda y prevea las necesidades apremiantes de nuestra ciudad en cuanto a habitabilidad y movilidad urbana se refiere, se corre el riesgo de perder no solo la calidad de vida, sino también la identidad y sentido de pertenencia de los ciudadanos que la habitamos.

SENTIPENSANTES

Lic. Raúl Alamillo Gutiérrez Lic. Marco Alanez Olvera Mtro. Andrés Augusto Arias GuzmánMtro. Luis Antonio Bonifaz MorenoMtro. Carlos Escalona CamargoMtra. Hilda Antuanett Espinosa FragosoDr. Carlos Enrique Flores RodríguezMtra. Olivia María Garrafa TorresMtra. Francisca López RegaladoDr. José Antonio Madera PachecoMtro. Pedro Orozco EspinosaDr. Carlos Rafael Rea RodríguezMtra Valentina Katiuska Rea RodríguezLic. Manuel Rebolledo AntúnezMtra. Karla Yanin Rivera FloresDr. José Luis Quintero CarrilloMtro. Joel Salas Suárez


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