Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

El reto del poder

Marco Vinicio Jaime

19 de mayo de 2015

La contienda por el gobierno y la representación popular se vuelve cada vez más un reto considerable, en función de un colectivo popular que parece no satisfacerle ya en lo absoluto el cíclico evento de malabarismo y prestidigitación proselitista, al igual que el consecuente escándalo insulso que le acompaña, y menos porque particularmente desde hace algunos años esto ya no cambia, y no hace más que exhibir la problemática que no se atiende ni erradica, a contrapelo de la singular francachela, frivolidad e ilegalidad de los gobernantes -fundamentalmente con una escasa preparación- a costa de las mayorías desposeídas.

Y es que la realidad ofrece un escenario precario de hambre, miseria y desempleo en  donde las sonrisas y las promesas no parecen convencer a nadie, y más cuando en la práctica "todo está muy bien" únicamente para las cúpulas regentes, sus familias y compadres.

A falta siquiera de una mediana política de comunicación, la brecha entre gobernantes y de los que se dicen políticos (con rarísimas excepciones) con la ciudadanía, crece día a día, y en la negación del autoengaño, no es de sorprender que el repudio colectivo vaya en ascenso vertiginoso.

Así, es clara la ausencia de políticos y liderazgos o de plano de quienes conozcan siquiera las reglas elementales de la política que dictan que la política es comunicación y en consecuencia, la herramienta más eficaz para la solución inteligente y pacífica de los problemas por difíciles que éstos sean. Por ello vienen los descalabros electorales y políticos, como las convulsas sociales, traducidas desde en la mínima protesta hasta las grandes revoluciones, que no son para nada resultado -valga decir- de la "libertad democrática" o de "expresión", sino más bien de sistemas que están caracterizados, como dijera Enrique Krauze, de un "total analfabetismo político y democrático", que requieren de fuertes "sacudidas" o de la rabia del pueblo, en todos sus sectores, para entonces despertarles de su modorra y obligarles a hacer lo que les corresponde, y todavía de manera insuficiente. ¡Vaya libertades! ¡Vaya estrategas y cortesanos que así mal justifican sus respectivos emolumentos!
 
No obstante, pese a todo, la simulación y la incongruencia se han vuelto paradójicamente en cánones del "marketing" -circunscrito ahora únicamente a fabricar máscaras que esconden incapacidades- para cuantificar un por demás tergiversado concepto de "audacia" en gobernantes, representantes populares y aspirantes, es decir, mientras más marrullería, falacias, argucias y rupestres evasivas del marco legal, impregnen el perfil del personaje con el menor costo económico -pues ahora resulta que hasta la pichicatería está de moda en nombre de una trillada austeridad que curiosamente sólo la imponen al pueblo-, "mejor impacto tienen", o dicho de otra forma: ufanarse de ganar o gobernar 'de a gratis': prometiendo sin cumplir". ¿Y la gente? Como siempre, ¡bien! gracias. Ya lo asentó en su momento el bardo español Luis Eduardo Aute: "La mentira será ley, y el simulacro institución, y el más judas será el que se suba [siempre] al podium del honor".

Es evidente que la sociedad actual concurre al fin de un ciclo donde prácticamente se está tocando fondo. La magistral descripción al respecto del cantautor mexicano Rafael Mendoza incita a la reflexión: "Todo parece un desorden/la mentira es la verdad/no pasa la oscuridad/ si preguntas no responden/las buenas almas se esconden/el poder se alza rotundo/el cinismo es tan profundo/el fuego todo lo abrasa/ vivimos bajo amenaza/es tan difícil el mundo/¡quién parará esta locura!"...
 
El poder y demás estructura social, económica y cultural se aprestan a ser reemplazados por un particular renacimiento que, por lo visto y la complejidad de la coyuntura, bien podrá  dar un vuelco total a los estereotipos y demás desgastados patrones comportamentales en la gobernanza y su consecuente búsqueda conocidos. Por ello, la pregunta es: ¿qué tanto se comprenderá de lo que pasa y por consiguiente qué tanto logrará pervivir a la transformación? ¿Seguirá todo igual y el cambio será total y arrasador? Ya lo veremos.



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