Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

Lucha social a cambio de pobreza

Oscar González Bonilla

01 de Enero de 2016

José Ramón Parra Mendoza decidió vender una por una diez casas dejadas de herencia por su madre María Mendoza con tal de conservar independencia de acción como luchador social.

“Me las comí”, expresa en entrevista en su domicilio particular, por cierto una vivienda por la que paga renta, de la calle Ures entre Allende y Abasolo en Tepic, donde tiene  negocio de venta de comida con atención familiar nombrado “La Burundanga”.

Desde aquel entonces no le satisfizo ingresar a partido político alguno, mucho menos al PRI con hegemonía en el poder público, por tanto no tiene militancia partidista. Ramón Parra procuró siempre, con base en su razonamiento ideológico, el bienestar social de las mayorías: justicia para todos. Y en ese sentido, cual lobo solitario, ha sido su quehacer político.

José Mendoza, su abuelo, fue contratista de obra reconocido en la capital nayarita, aunque con simpleza Ramón dice albañil, quien al paso del tiempo logró adquirir casas en venta que al morir éste la propiedad pasó a manos de su hija María Mendoza. Ella casó con Luis Parra Vázquez, oriundo de Ciudad Obregón, Sonora, a donde se trasladaron para hacer vida matrimonial.

En este último lugar nació José Ramón Parra Mendoza el 8 de mayo de 1954. Cuando cumplió 20 años de edad, luego de haber muerto su padre, decidió su madre venir a radicar en la ciudad de Tepic. Parra ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit en 1975, pues estudios básicos y Preparatoria los había cursado en Ciudad Obregón.

Como universitario casi de inmediato se incorporó al frente de lucha ciudadano de apoyo a la campaña de Alejandro Gascón Mercado, candidato del Partido Popular Socialista (PPS) a gobernador de Nayarit. Fue una de sus primeras andanzas en la actividad política de izquierda en nuestra entidad. Alejandro perdió ante el Coronel Rogelio Flores Curiel, candidato del PRI, mediante un escandaloso fraude electoral que en su tiempo la voz del viento se encargó de propalar por todo el territorio estatal, y aun nacional.

Ramón Parra enseguida en elección democrática ganó la presidencia del comité de alumnos de la Escuela de Derecho. Junto con compañeros de estudio como Alfredo Chávez y Manuel Hernández, entre otros, mantuvieron una posición férrea en contra de la manipulación política del PRI de los comités estudiantiles en Leyes mediante la entrega de regidurías y diputaciones. Entre los cuadros priistas más representativos en la institución universitaria, dice Parra, estaban José Ángel Cerón y “El Mono Espinoza” (José Trinidad Espinoza Martínez).

Combativo el comité estudiantil exigió clases los viernes, en aquel tiempo se suspendían las mismas porque se hizo costumbre entre los estudiantes la pachanga por celebración del viernes social. Pero además demandaron que los maestros ingresaran a la cátedra a través del examen de oposición, así como conferencias y cursos que elevaran la cantidad de enseñanzas y cultura jurídica de los futuros abogados.

Sin embargo, Ramón, sostiene que no hubo eco “porque a las autoridades educativas no les interesó, hasta la fecha sólo procuran egresar robots incapaces de hacer sino aquello para lo que están programados, y no profesionales libres con imaginación y creatividad, sino que vayan a servir a las clases pudiente y política”.

Como presidente del comité ejecutivo estudiantil de la Escuela de Derecho, a Ramón Parra y compañeros de lucha correspondió participar en el movimiento de trabajadores que demandaron se reconociera la figura del sindicato, en el que se organizaron para defenderse legitima y legalmente de las injusticias y la anarquía en las relaciones laborales por parte de la autoridad rectoral de la Universidad Autónoma de Nayarit.

La embestida en contra de los trabajadores vino desde el gobierno del Estado, siendo su titular el Coronel Rogelio Flores Curiel, así como del interior de la universidad por parte de la camarilla que administraba la institución, pero que tenía como cabeza visible al rector Petronilo Díaz Ponce Abundis. En una de tantas escaramuzas, tres trabajadores fueron asesinados a balazos por policías universitarios.

Para contrarrestar acciones de espionaje de 140 policías universitarios, pero más que todo para respaldar la lucha de los trabajadores, Ramón Parra dice que constituyeron el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) con la integración de representantes de las escuelas de Medicina, Turismo, Pesquera, Veterinaria, Comercio y Leyes.

Gobierno y rectoría “pretendieron depurar la universidad de todo aquel que pensara diferente, de todo aquel que representara peligro de unirse al movimiento político-popular (en ese entonces la corriente gasconista), lograron mutilar la alianza entre universitarios y el pueblo, en lo que jugó un papel preponderante el Procurador de Justicia estatal, Antonio Sam López”.

Ramón Parra, Parrita, como mejor lo nombran sus compañeros de lides políticas, fue por iniciativa propia a solicitar su incorporación a un frente nacional contra la represión que tenía la participación relevante de Rosario Ibarra de Piedra, quien buscaba a su hijo Jesús Piedra Ibarra víctima de desaparición forzada en 1974, acusado de pertenecer al grupo armado Liga Comunista 23 de Septiembre.

La señora Ibarra de Piedra fundó el comité Eureka que como destino tenía la defensa de presos, perseguidos, desaparecidos y exiliados políticos, asimismo fue candidata del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) a la presidencia de la república. Parra vio en ella seriedad y congruencia política, por tanto buscó amparo.

“Y allí me incorporé, por primera vez, con el PRT, para tener una trinchera y respaldo nacional que nos protegiera, porque en aquel tiempo era peligroso. Sufrimos la represión de Sam López y el gobierno en su conjunto, avizorábamos fuertes acciones en contra de quienes luchábamos en oposición al sistema”, sostiene.

 Anti partidista, califica el entrevistado al movimiento estudiantil. Rechazaban los partidos políticos porque no representaban opción de cambio social. Sobre esa corriente de pensamiento se amplió la participación en el activismo político de un grupo de jóvenes universitarios, que enseguida encabezó la invasión de lotes para dar paso a la fundación de la colonia 2 de Agosto en Tepic, durante el último año (1981) de gobierno del Coronel Rogelio Flores Curiel.

Ramón Parra cándido expresa que el ideal de esos jóvenes era limpio, su lucha social por mejorar las condiciones de vida de muchos nayaritas desbordó el terreno universitario para ir al encuentro de solución a múltiples carencias de diversa naturaleza. Recuerda el empuje de Guadalupe Acosta Naranjo (Economía), José Isabel Campos (Veterinaria), Ignacio Ponce (Agricultura) y muchos más.

¡Qué paradoja! Los anteriormente citados, anti partidistas, envueltos en la lucha por lograr justicia social, derivaron sus acciones políticas al seno de un partido, pues ingresaron al Partido de la Revolución Democrática (PRD) con ideología política de izquierda que se fundó en 1989. Con base en esa militancia alcanzaron cargos de elección popular, pero con mayor audacia Acosta Naranjo, quien además de presidente nacional de este partido, ha sido legislador local y federal. “Esas posiciones políticas ahora les han permitido a todos vivir como pequeñoburgués”, afirma Parra.

Vino enseguida la pregunta obligada: ¿Por qué no ejerció la profesión de abogado?

“No me gustó”, responde. Más bien, no le agradó que a través de la profesión tuviera que ejercer acciones contra personas humildes en delito por razones de injusticia social. Parra se integró al despacho jurídico que en conjunto organizaron Chávez, Segovia y Plascencia donde se dio cuenta que “no tuve corazón para embargar, sacar gente de la casa por no pagar renta….Lo absorbió la lucha social.

Han sido infinidad las luchas sociales y movimientos políticos en los que ha participado Ramón Parra en sus 61 años de vida. Como trabajador de confianza en la Procuraduría de Justicia estatal en el gobierno de Antonio Echevarría Domínguez (1999-2005), la mitad de los 20 mil pesos que recibía como salario mensual la destinó a la manutención de indigentes a través de un comedor comunitario que funcionó durante  un año en edificio del mercado Manuel Z. Larios del parque Mololoa, avenidas México y Victoria.

Su más reciente propósito fue pugnar por la creación en Nayarit de un hospital psiquiátrico, para lo cual cabildeó, sin éxito, con los diferentes grupos parlamentarios de la actual trigésima primera legislatura del Congreso del Estado. Hoy está integrado al movimiento social de apoyo a indigentes promovido por la iglesia católica en el edificio que fuera el hospital San Vicente, en Tepic ubicado en la esquina de las calles Padre Mejía y Guerrero.

Para mantener libertad de acción contra el capitalismo salvaje y el sistema de gobierno de oprobio para los nayaritas, Parra Mendoza vendió una a una las diez casas de la calle Zacatecas entre Juárez y Mina que de herencia le dejó su madre. La última venta fue el enorme local donde puso un taller mecánico y eléctrico que lo nombró Sonora, agobiado por la devaluación de 1994.

Dijo en la entrevista que bien hubiera vivido como rey al agrandar la fortuna recibida, pero por voluntad propia decidió apoyar al prójimo por medio de la lucha social. Aún pervive en él la idea de cambiar el actual sistema político por uno más justo e igualitario, y cree que será a través de un movimiento armado surgido del pueblo, “la revolución de la panza, porque hay mucha hambre entre la mayoría de mexicanos. El enojo social y la indignación están muy calientes”, apunta.

-¿No se arrepiente de ahora no tener ni un cinco, tampoco casa propia?

“No. De lo que me arrepiento es no haber encontrado muchísimos años antes a la mujer que hoy vive conmigo (Lucy Hernández Ochoa). Es ella una mujer que me ha dado mucha fortaleza, y que a pesar de nuestras penurias ha sabido salir adelante con base en el trabajo compartido. Es una mujer admirable”.

El reportero de la gente pudo observar en Ramón las pupilas aguadas de lágrimas sin derramar.

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