Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

Se avecina otro despojo de las tierras comunales y ejidales

Octavio Camelo Romero

20 de octubre de 2016

El capitalismo es un organismo social muy dinámico; su naturaleza le impide la pasividad; su esencia es la lucha por la preservación de los capitales en vida social. El capitalismo no se puede entender sin la permanente lucha de los contrarios; sin la lucha entre los asalariados y el capital; sin la lucha entre los mismos trabajadores y sin la lucha entre los mismos capitalistas. La lucha entre los mismos capitalistas adquiere la forma de una lucha competitiva; la competencia por tener menores costos de producción; la competencia por tener mayores ganancias, mayores utilidades; la competencia por conquistar los mercados y por ampliar los mercados existentes; etc. Para ser relativamente ganador en la lucha competitiva los capitales desarrollan de una forma permanente e incesante, la ciencia y la tecnología. Y es precisamente esta circunstancia la que ha llevado a la subutilización de la capacidad productiva instalada, a la sobreoferta o saturación de los mercados, al exceso de dinero y del capital inmóvil, etc. Esta situación se conoce por un lado como sobreacumulación y por otro, como recesión o parálisis parcial de la economía. Y el capitalismo busca la forma de reactivar su régimen de producción o lo comúnmente conocido como reactivación de la economía. En su evolución, el capital se mundializa, esto es, por un lado, se constituye un capital grande a partir de muchos capitales menos grandes, medianos y chicos oriundos de distintos países y, por otro, derrumba las fronteras políticas para constituir y compactar los mercados planetarios o lo que se conoce como el capitalismo global o capitalismo transnacional. Pero en el proceso de esas constituciones despoja de la tierra a las comunidades agrarias para incorporar el suelo a la actividad productiva del capital bien sea, en la minería, en la agricultura, en el turismo, etc. En México se dio este procedimiento usando la figura del PROCEDE y hoy se dará a través de la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación, REDD.

Con el Programa de Certificación de Derechos ejidales y titulación de solares se buscaba que la tierra comunal y ejidal pudiera ser enajenada al capital transnacional. El mecanismo fue exitoso pues se invirtieron grandes capitales norteamericanos y canadienses en la minería y, los ejidatarios y comuneros pudieron vender o arrendar por tiempo indefinido sus parcelas. Esta forma de despojo del suelo comunal y ejidal se ha agotado. Por eso se buscan nuevas maneras de despojar a las comunidades agrarias de sus tierras. Con la REDD se encuentra nuevo mecanismo, solo que en dos pasos y en varios momentos. El primer momento es cuando siguiendo el esquema de la “derecha” se despliega toda una campaña de miedo, de pánico social sobre el calentamiento del planeta. Luego se lanzan iniciativas, no para cambiar los energéticos usados causantes del problema, sino para “preservar” los bosques de las comunidades agrarias. Enseguida se les ofrece a los gobiernos de los países “emergentes” que tienen bosques campesinos, apoyos financieros y préstamos de dinero con bajos intereses a cambio de que hagan suyas estas iniciativas. Una vez aceptadas las iniciativas de la REDD, viene el primer despojo del suelo comunal y ejidal para pasar a manos de las transnacionales que se encuentran detrás de estas iniciativas. El siguiente paso es natural y lógico. El capital transnacional explotará “racionalmente” estos bosques que ya no le pertenecen al país ni a sus habitantes, sino que les pertenecen a las transnacionales. Y así en México habrá comuneros y ejidatarios sin tierra y sin bosques. Y lo peor, es que tampoco tendrán un puesto de trabajo; se irán a engrosar las filas de los desempleados. En fin.

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