Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

La navidad y el mal humor social

Manuel Aguilera Gómez

26 de Diciembre de 2016

Las fiestas decembrinas han sido, a lo largo de la historia del mundo occidental, oportunidad para la reconciliación entre los seres humanos. Sin embargo, poco a poco, se fueron convirtiendo en ocasión mercantil propicia para el consumismo desenfrenado, época para obsequiar artículos innecesarios y para recibir presentes prescindibles, en calidad de testimonio material de afecto.

A pesar de la algarabía de estos días, no se disipó de los corazones de los mexicanos el mal humor social, ese sentimiento de frustración personal y colectiva, de temores sobre sucesos desagradables previsibles en el porvenir inmediato,  presagio  de futuros males. Es en ese conjunto de sentimientos encontrados. inasibles pero profundamente arraigados en nuestro subconsciente colectivo, donde no encuentra abrigo la esperanza.

Nuestro entorno está aprisionado por sucesos dolorosos, por anuncios ominosos, por eventos deprimentes. Los medios de información masiva dan cuenta de un país convertido en un desolladero de personas, victimas de todo género de actos criminales, suficientemente generalizados para convertir el territorio nacional en un gigantesco camposanto clandestino donde van parar los restos de seres desconocidos, víctimas de la violencia provocada por una delincuencia ensoberbecida  por la impunidad.

No pertenezco al grupo de personas creyentes en la perversidad personal del presidente como causante de nuestros males, pero recuerdo la alegría nacida en el alma del burócrata cuando hace sesenta años el presidente de la República, Don Adolfo Ruiz Cortines, anunció  e hizo efectivo el pago de un aguinaldo anual a los trabajadores al servicio del Estado. Fue una medida ordenada por el Titular del Ejecutivo al Secretario de Hacienda, Antonio Carrillo Flores, quien quedó obligado a cumplir la instrucción presidencial. En él recayó la responsabilidad de financiar esta nueva prestación a los servidores públicos que, con los años, cobró fuerza de ley y se extendió a todos los trabajadores  del sector privado. Esa navidad de hace seis décadas fue inolvidable.

Hoy, en un clima marcado por la elocuencia verbal propia de Cantinflas, los funcionarios de Pemex y de la Secretaría de Energía anuncian la publicación, en esta semana, de una fórmula guardada sigilosamente en el cajón de los secretos oficiales, cuya aplicación determinará los nuevos precios para los combustibles a partir de enero entrante. Es la receta mágica para que la competencia entre los vendedores de gasolinas y diesel haga posible el descenso –en el largo plazo, cuando estemos muertos—de los precios. Los genios de la Secretarias de Hacienda y de Energía inoculados por la estupidez --esa enfermedad incurable, progresiva y mortal—descubrieron que en México los productos petrolíferos de vendían al mismo precio en la Ciudad de México, en Monterrey y Mérida, ¡hecho insólito en el mundo! (mentiras) irregularidad (¿?) que  exigía ser corregida de inmediato a efecto de que los precios de venta reflejen los costos de almacenamiento y de transportación. En buen romance, tal perspectiva se traducirá en que las estaciones servicio instaladas en la carretera Chihuahua-Cd. Juárez venderán –posiblemente-- la gasolina importada a precios inferiores a los que pagarán los consumidores de los pueblos más pobres del sureste. En cuanto al impacto de estas genialidades, las funcionarios de Pemex y de la Secretaría de Energía no quisieron confirmar ni desmentir la información propalada por las uniones de vendedores de gasolina, en el sentido de que a partir de enero el precio de las gasolinas aumentará entre un 15 y 28%.

¿Para quién se gobierna? Es evidente la falacia de los planteamientos gubernamentales: en rigor pretenden ofrecer mayores utilidades a los inversionistas privados. Este el fondo de la cuestión. Ofrecieron a la sociedad la reducción de los precios de los productos petrolíferos  y ahora, en un clima marcado por el engaño, los mexicanos recibimos la noticia del aumento del precios de los combustibles. ¡Buenas noticias navideñas!

No se precisa ser un experto para entender el impacto tanto de la devaluación como del ligero repunte del precio internacional del crudo en los precios de los combustibles importados. Lo injustificable es el tratamiento de retrasados mentales hacia los mexicanos por parte de los funcionarios públicos convencidos de que nos hacen el favor de gobernarnos.

En aquellas festividades navideñas de hace 60 años imperaba el optimismo y la alegría. ¿Y todavía hay quienes se pregunten sobre las causas del mal humor social de hoy?

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