Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

El papel del soviet en las revoluciones rusas de 1905 y 1917

Octavio Camelo Romero

18 de Octubre de 2017

La categoría sociopolítica “Soviet” de origen ruso trascendió las fronteras espacio-temporales y se incorporó al lenguaje universal. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, con las acciones de ciertos gobiernos y con las actuaciones de varios partidos políticos, fue perdiendo su sentido revolucionario y degenerando en un significado burocrático. El capitalismo se propuso borrar de la conciencia colectiva, de las mentes de las masas, la significación revolucionaria de los soviets porque eso equivale a quitar la experiencia histórica de la lucha de los asalariados.

Los Sóviets fueron la experiencia de auto-organización, de auto-gestión y de auto-gobierno de las masas explotadas y oprimidas más extraordinarias y democráticas que conoció la historia. Constituyen una nueva forma de vida orgánica y política de los asalariados y del pueblo en general. Nunca ha existido un organismo que contara con la confianza ilimitada de las masas y que estuviera ligado con ellas de un modo estrecho. Los obreros en las fábricas elegían a sus diputados al Sóviet. Estos debían dar cuenta de su gestión a sus electores, y si el diputado que no cumpliera a satisfacción de estos últimos la misión confiada, era destituido y sustituido por otro. Para Lenin “el sóviet de diputados obreros es el único Gobierno revolucionario posible, el único en expresar directamente la conciencia y la voluntad de la mayoría de los obreros y campesinos. Hasta ahora la humanidad no ha creado y hasta ahora nosotros no conocemos un tipo de Gobierno superior ni preferible que los sóviets de diputados obreros, trabajadores rurales, campesinos y soldados.”

Fue en 1905 cuando los Sóviets aparecieron por primera vez, producto de la huelga revolucionaria. Experiencia que quedó marcada en la conciencia de los trabajadores. Por eso el Sóviet resurge el 12 de marzo en el calendario gregoriano equivalente al 27 de febrero del juliano, de 1917, en el Palacio de Táurida donde funcionaba la Duma o Parlamento zarista. Trotsky explica que a diferencia de 1905 el “Comité ejecutivo del Sóviet de Diputados obreros”, que era su dirección política, tenía muy poco que ver con esta denominación que se auto asignaba. En 1905 surgió de la huelga general como representante directo de las masas en lucha. La selección de las personas que lo componían se hizo bajo el fuego. El órgano directivo fue elegido por el Sóviet para la dirección ulterior de la lucha. Y fue el Comité Ejecutivo de 1905 el que acaudilló y puso a la orden del día la insurrección. Por su parte, la Revolución de febrero de 1917 triunfó gracias a la sublevación de los regimientos, antes de que los obreros crearan los Sóviets. El Comité ejecutivo se constituyó por sí mismo antes que el propio Sóviet y sin la intervención de las fábricas y de los regimientos. Esto sucedió después del triunfo de la revolución. Los dirigentes efectivos de los trabajadores estaban aún en la calle, desarmando a los unos, armando a los otros, consolidando la victoria. Los más perspicaces se inquietaron al recibir la noticia de que en el palacio de Táurida había surgido un Soviet de diputados obreros. La autoridad conquistada por el Comité Ejecutivo en el mismo día de constituirse se basaba en la ficción de que venía a recoger la herencia del Sóviet de 1905. El Comité ejerció luego una influencia decisiva tanto en la composición del Sóviet como en su política. Fueron necesarios meses enteros de nuevos conflictos y de lucha y de nuevas circunstancias, para que los Sóviets, que en un principio no era más que órganos que venían a coronar el triunfo después de la insurrección, se convirtiesen en órganos auténticos de lucha y de preparación de un nuevo alzamiento.

El pueblo tenía confianza en el Sóviet el cual no sólo era su instrumento, sino que a la par, el Sóviet, era su propio Poder. Una avalancha constante de soldados, de obreros, de mujeres de soldados, de pequeños vendedores, de empleados, de madres, de padres, abrían y cerraban las puertas, buscaban, preguntaban, lloraban, exigían, obligaban a tomar medidas, a veces indicaban con precisión qué medidas debían tomarse y por eso erigían, efectivamente, al Sóviet en un Poder distinto, revolucionario. En abril de 1917 Lenin señaló que “el rasgo más notable de nuestra revolución es que ha dado origen a un doble poder.” Y explicaba que junto al Gobierno Provisional de la burguesía había surgido otro Gobierno: los Sóviets de Diputados Obreros y Soldados. Dos poderes irreconciliables como los intereses de las clases que representaban. Rivalizaban inevitablemente y se preparaban para el futuro enfrentamiento.

Sin embargo Trotsky advierte que “los Sóviets no resuelven por sí mismos la cuestión (del poder). Según sean su programa y su jefatura, así habrán de servir para diversos fines (…) El problema de la conquista del poder solo puede resolverse mediante la combinación del partido con los soviets o con otras organizaciones de masas que de un modo u otro les equivalgan.”

Por lo tanto, se requiere de la acción de un partido revolucionario que se enfrente a los partidos de la burguesía y a los partidos conciliadores, pero que además gane la dirección de los Sóviets y sepa distinguir los tiempos, saber cuándo atacar y cuándo retroceder, cuándo prepararse, y cuándo tomar el poder. Ese partido fue el Partido de los Bolcheviques. En fin.


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