Tepic, Nayarit, jueves 25 de abril de 2024

Se engloban ambos géneros

Sergio Mejía Cano

06 de Diciembre de 2017

Recientemente circulaba en las redes un video, que al parecer ya tiene algo de tiempo de haber sido editado, porque ahí se menciona a la señora Cristina Kirchner cuando gobernaba Argentina, en donde una mujer daba a conocer la dicción de ciertas palabras a las que muchos de nosotros hemos deformado en su pronunciación. Por ejemplo decía que la palabra “presidenta” no existía, sino que es presidente, así como de otras palabras de profesiones que no tienen modo femenino, ya que el imperativo de ser era “ente”, y de ahí que haya palabras como paciente, estudiante, cuentahabiente, residente, etcétera.

Pero esta mujer en su exposición puso énfasis en que en el idioma español el plural en masculino englobaba ambos géneros y no era necesario decir las y los, cosa muy común hoy en día, que por ejemplo cuando se decía “los mexicanos” ya se estaba refiriendo a los habitantes de México, mujeres y hombres, sin necesidad de tener que decir las mexicanas y los mexicanos, sino que con decir los mexicanos ya se incluía a las mexicanas también.

Sin embargo, aquí en nuestro país el expresidente Vicente Fox Quesada vino a dar al traste con muchas palabras, y lo peor es que mucha gente siguió su mal ejemplo y peor aún: todavía sigue ese ejemplo de pronunciación tipo Vicente Fox. Y lo más extraño es que el señor Fox Quesada no está considerado como un experto lingüístico; sin embargo, dejó plantada una costumbre que sigue y sigue como si nada. Quién no recuerda cuando decía el señor Fox “las chiquillas y chiquillos”, “las mexicanas y los mexicanos”, “las diputadas y los diputados”, “las senadoras y los senadores” y así hasta el infinito; y ahí va mucha gente siguiendo ese mal ejemplo de decir las cosas, porque hoy en día infinidad de personas siguen expresándose en la misma forma, y lo curioso es que la mayoría de estas personas antes de Vicente Fox se expresaban tal y como lo marcan las reglas de pronunciación del idioma español, es decir, que anteriormente pronunciaban nada más “los diputados” y ya con eso también se referían a las diputadas; claro que antes no había tantas legisladoras, pero de todos modos hasta antes de Fox Quesada, nada más utilizaban el término en plural de masculino y con eso ya se daban a entender.

Y a propósito de antaño, cierto día le preguntaba a un joven de la tercera edad el porqué decía “tepicenses” en vez de tepiqueños refiriéndose al gentilicio de los habitantes de Tepic, respondiendo que al fin y al cabo era un gentilicio que se podía decir como fuera. Entonces le recordé que hiciera memoria y se acordara desde cuando había comenzado a decir “tepicenses”, porque hasta mediados de la década anterior esa palabra no era común oír o leer esa tepicense, incluso le sugerí que fuera a la hemeroteca y buscara en los diarios de antes del 2005 la palabra tepicenses para que comprobara que no estaba tan generalizada como hoy en día. Y esto porque según la Real Academia Española (RAE) acepta el término “tepiqueño” como gentilicio de los habitantes de Tepic, Nayarit, México, y no tepicense. Me dijo que algún día iría a buscar eso.

Y según un amigo desde la secundaria que es profesor y que ya está pensionado Y que radica en Tlaquepaque, Jalisco, me dijo que nos estábamos quemando al decir tepicenses en vez de tepiqueños porque sería como si a los naturales de Madrid, España, se les comenzara a decir  “madrilenses” en vez de madrileños, que es el gentilicio correcto; y al preguntarle cómo se determinaban los gentilicios o las toponimias en sí, no me pudo explicar y yo tampoco encontré el origen, lo que sí me dijo mi amigo de la adolescencia, es que la mayoría de los gentilicios de ciudades que terminan en consonante se derivan en “eño-eña”. Pero que si aquí en Tepic nos seguíamos denominando como tepicenses, lo único que podría pasar es que sucediera como en Chihuahua, que ahora se ofenden si les dicen “chihuahueños”, porque se considera que estos son los canes pequeños y no los oriundos de Chihuahua, quienes pomposamente se ostentan como chihuahuenses. ¿Y a los habitantes de Compostela?, le pregunté a mi amigo, pues en España se les dice “compostelanos” y no compostelenses como habituamos decirles.

Y mi amigo me llamó la atención porque en uno de mis escritos puse la palabra “desafortunadamente”, palabra no registrada por la RAE, sugiriéndome que mejor pusiera infortunadamente, de infortunio. Desafortunado y desafortunada sí están en la RAE, pero significa sin fortuna. Aunque “desafortunadamente” cada día es más aceptada.

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