Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

El fin de las ideologías en la sucesión presidencial

Francisco Cruz Angulo

19 de Diciembre de 2017

La competencia por la presidencia de México en el 2018 estará inmersa en un entorno de altos índices de violencia por las bandas del crimen organizado, por la corrupción e impunidad de gobernadores y de altos funcionarios del Gobierno Federal, por la desconfianza en nuestras instituciones electorales y de procuración y aplicación de la justicia y del descrédito de los partidos políticos debido al pragmatismo de sus élites dirigentes al desdibujarse sus principios ideológicos y programáticos.

En el escenario político-electoral del próximo año veremos a tres coaliciones de partidos disputándose esencialmente la presidencia de la república y los escaños en las dos cámaras del Congreso de la Unión así como nueve gubernaturas.

Estas coaliciones ideológicamente son disímbolas entre sí. La encabezada por el PRI lleva como aliados al PVEM y Partido Nueva Alianza. Son una mezcla de la vieja burocracia política con una élite de tecnócratas que diseñan políticas públicas a partir de los modelos neoliberales y a los intereses de los mercados comerciales financieros trasnacionales. El abanderado de esta coalición será el doctor en economía José Antonio Meade.

La coalición PAN, PRD y Movimiento Ciudadano cuyo abanderado a la presidencia de la república es el panista Ricardo Anaya ofertara un novedoso proyecto de gobierno de Nación que aspira construir, esto es, un gobierno de coalición de la derecha liberal y social demócratas como así son calificados el blanquiazul y el Partido del Sol Azteca en el cual su eje programático será de articular políticas públicas que incremente el crecimiento de la economía, disminuir la pobreza, mejorar los servicios de salud y educación y, por ende acotar la violencia de las bandas delincuenciales y, a su vez combatir la corrupción e impunidad pública y privada.

La coalición del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Partido del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES) encabezada por el político tabasqueño Andrés Manuel López Obrador es un movimiento de amplio espectro político-social. Lo mismo van en este barco ex priísta, ex panistas, comunistas de vieja cepa, socialistas, libre pensadores y los ultras conservadores evangélicos.

Lo trascendente de este movimiento popular acaudillado por López Obrador es su utopía de transformar radicalmente nuestro sistema político, económico y social que termine con la profunda desigualdad social en nuestro país; terminar con los privilegios de la alta burocracia política administrativa; meter a la cárcel a los políticos corruptos; pacificar a la Nación mediante una política de la prevención del delito y las causas que originan ese flagelo social. Para ello López Obrador en su proyecto de gobierno apoyará con miles de becas a estudiantes pobres para que tengan acceso a la educación media superior, así mismo apoyos económicos a miles de jóvenes que hoy están en el desempleo condicionándolos a que se capaciten en algún oficio productivo; otorgará créditos a los productores del campo e impulsar la pequeña y mediana industria y así reactivar la economía interna. En otras palabras que el estado sea el principal promotor del desarrollo productivo y social de la Nación.

Naturalmente este proyecto de gobierno alternativo de Nación sonará bien en millones de oídos pobres y de una clase media que teme a su proletarización.

El gran reto que enfrentará el movimiento lopezobradorista en caso de ganar los comicios el primero de junio del 2018 será cómo implementará su proyecto de gobierno.

Para hacerlo viable necesitará de ganar la mayoría de diputados y senadores en el Congreso de la Unión porque si no tiene mayorías cualquier iniciativa presidencial será bloqueada por el resto de las bancadas.

Por otro lado necesariamente deberá convocar a un acuerdo nacional con el sector empresarial y financiero en el país garantizándoles seguridad jurídica a sus inversiones y estímulos fiscales.

Ahora bien para lograr tales objetivos López Obrador deberá despojarse de su caudillismo mesiánico autoritario y asumirse como un estadista en la construcción de un país democrático, justo y generoso para mejorar el bienestar de todos los sectores del país...

Así pues en la sucesión presidencial del próximo año los proyectos políticos ideológicos llegaron a su fin…

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