Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Tolerar la zona de tolerancia

Sergio Mejía Cano

24 de Marzo de 2018

En una plática ocasional con un conocido que estaba trabajando en el Municipio de Tepic en el trienio de 2005 a 2008, le comenté que había escuchado a unas personas decir que habían detectado muchas anomalías en la Plaza Principal, frente a Catedral, a lo que me respondió que así era, que también el municipio estaba enterado de casos de prostitución y hasta de pederastia, pero que se habían topado con una mafia muy arraigada que prácticamente era imposible de atacar.

Recuerdo que antiguos habitantes de la capital nayarita, referían que la primera zona de tolerancia que habían conocido había sido una que estaba en las entonces afueras de Tepic, allá por la calle Querétaro y la carretera internacional, hoy avenida Insurgentes. Y que de ahí se hizo más céntrica dicha zona, pues se había establecido en lo que se conoce como “las nueve esquinas”, en las confluencias de las calles Ures, Colima y Miñón, en donde varios cabarets estuvieron funcionando por varios años ahí.

Posteriormente se trasladó esta zona roja a la calle Zaragoza esquina con Prisciliano Sánchez, en donde la calle Zaragoza era cerrada hacia el oriente, pues detrás de la barda que cerraba dicha calle ya eran puros cañaverales que es, en donde hoy está la colonia Sandino. Esta zona sí me tocó conocerla a mediados de la década de los 70 del siglo pasado.

Dicen personas que les tocó ser asiduos concurrentes a los famosos centros de diversión de aquel entonces de la calle Zaragoza, en donde sobresalían la llamada Casa Esther y El Moroco, entre otros, que obviamente hubo varias broncas de las que a algunos ferrocarrileros les tocó presenciar mas no ser partícipes activos de los golpes.

Platican dos ancianos ferroviarios que en cierta ocasión al estar degustando unas ricas bebidas espirituosas en uno de los congales, de pronto comenzaron a volar sillas, mesas, botellas y toda clase de artefactos voladores cuya presencia llegó hasta la calle, por lo que al replegarse para no ser alcanzados por alguno de los proyectiles, llegaron a la barda que hacía cerrada la Zaragoza, y al ver que había llegado la chota dando macanazos a diestra y siniestra no les quedó de otra más que brincar la barda cayendo entre las milpas y un suelo lodoso al máximo, tanto así que casi no podían caminar por hundírseles los pies en piso por demás cenagoso; pero esto no les importó a los compañeros del riel, quienes siguieron su loca carrera aunque ya nadie los seguía ni siquiera algún proyectil desbalagado, hasta llegar a la vía férrea a la que casi besaban de gusto y así seguir su camino hacia la estación del ferrocarril para contar su aventura a los compañeros que ahí se encontraban. Afirman que al día siguiente fueron a ver el tramo que habían atravesado durante la noche, y no concibieron cómo es que habían podido caminar entre tanto matorral.

Esta zona de tolerancia desapareció para dar paso a la urbanización de lo que es hoy la colonia Sandino y la prolongación de la calle Guadalajara, y establecerse en el camino viejo a Los Metates, lugar muy lúgubre en ese entonces de principio de los años 80, tan feo estaba que muchos taxistas no querían aventurarse a ir a esta nueva zona roja.

Se suponía que esta zona de tolerancia permanecería ahí por muchos años; sin embargo, pronto fue rodeada de nuevos asentamientos humanos que si bien logró urbanizarse a su alrededor, poco a poco fue perdiendo el interés de sus asiduos concurrentes por una simple y sencilla razón: ya no se necesitaba ir hasta este lugar del camino viejo a Los Metates porque literalmente el centro e inmediaciones de Tepic se habían convertido prácticamente en un burdel enorme a cielo abierto. Así que la zona de tolerancia poco a poco fue tolerada en pleno centro de la ciudad de Tepic sin que ninguna autoridad hiciera casi nada más que una que otra detención o razias de vez en cuando, pero hasta ahí.

Y hoy sigue en pie esta zona roja que no se ve pero que se siente casi a todas horas principalmente hacia el norte de la Plaza Principal.

Hoy en día es una tristeza bárbara ver como chamaquitas, entre las que sobresalen las que probablemente pertenezcan a alguna de las etnias del Nayar, ofreciendo sus cuerpos al parecer sin que haya un control sanitario al respecto.

Así que siendo un mal necesario, se debe dar continuidad al proyecto de hacer una zona roja, porque de no ser así, la prostitución seguirá en todas las calles de Tepic. Y si bien no se acabará aun habiendo una zona apropiada, sí bajaría el índice en el centro.

Sea pues. Vale.
 

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