Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

Hacia dónde vamos y hacia dónde debemos ir con el cambio

Octavio Camelo Romero

01 de Octubre de 2018

Aprovecho la oportunidad para recordar que el 2 de octubre de 1968 significó la derrota por la vía militar del movimiento estudiantil mexicano, más no su terminación. Después de la masacre, los activistas continuaron inmediatamente la lucha, pues hubo que pelear por la entrega de los cadáveres a los familiares, asistir a los heridos en los hospitales y presionar para que los aprehendidos ese día y los presos políticos detenidos antes de esa fecha fueran liberados. A partir de las reuniones del 5 y 7 de octubre del Consejo Nacional de Huelga, las acciones se hicieron con mayor organización. En condiciones difíciles, el mismo día 5, el Consejo llamó a conferencia de prensa para responder a las calumnias que desde el gobierno, los partidos PRI y el PAN, además de la prensa oficialista, intentaban culpar a los estudiantes de la violencia.

Hoy, las nuevas generaciones comparten, además de la edad, una visión propia del capitalismo digital. Todos son hijos de las nuevas tecnologías. Ya no se trata de militantes forjados en las luchas sindicales, provenientes del mundo laboral, profesiones liberales, clase trabajadora, etc. Su fuerza radica en ser máster, doctor o post-doctor como aval para ejercer cargos públicos. Participan de una concepción elitista de la política. Son hijos de una nueva era. Encuentran un mundo que les debería hacer pensar en políticas inclusivas. Sin embargo, la nueva derecha joven tiene dirigentes neonazis, llenos de odio, racistas, xenófobos, anti-abortistas, homofóbicos, chovinistas, deseosos de emprender guerras. Y por la izquierda, se observan practicas sectarias, estalinistas, antidemocráticas, elitistas, machistas y corruptas.

El problema de hacer política no radica en la edad ni en el género, sino en los principios que se defienden. Los jóvenes y los sexos tienen que entender que no hay lucha de generaciones ni de género, sólo hay enfrentamiento social, que es muy distinto. Por lo tanto, pueden estar en la misma barricada de ese enfrentamiento los adultos de 60 y jóvenes de 20 sean mujeres u hombres. No hay querella de generaciones ni de género. Los ideólogos del capitalismo han puesto como problema generacional y como problema de género el problema de lucha de clases para la renuncia a la revolución socialista.

Sin embargo, tras la victoria electoral del 1ero de julio del 2018, donde más del 50 por ciento del electorado eligió a AMLO como su próximo presidente, es pertinente preguntarnos qué es lo que queremos de nuestra nación y qué debemos hacer para lograrlo.

Seguramente la seguridad física, la seguridad económica y la desaparición de la corrupción son demandas populares de primer orden. Menos visible, pero igualmente importante, es la lucha contra la ignorancia que se extiende a amplias capas de la población. El problema es cómo lograr esto en el corto plazo y con el menor costo social. Otra prioridad importante es la autosuficiencia alimentaria, no depender del exterior. México gozaba de dicha capacidad hace 30 años, pero los gobiernos neoliberales entregaron al país con todo y su gente, al capital transnacional.

Sin embargo, la participación directa de la población en los asuntos del Estado y en la toma de decisiones, es de primera importancia para dar cabalidad al cambio que requiere el país. AMLO ha dicho que gobernará con el Pueblo y para el Pueblo. Por lo tanto, habrá que crear las instancias de participación, determinar los objetivos y establecer las metas. Y las organizaciones sociales oficiales y no-oficiales reclamar su participación. En fin.

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