Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Chisgarabís

Oscar González Bonilla

25 de Enero de 2019

Celso Humberto Delgado Ramírez fue gobernador de Nayarit en el periodo comprendido entre 1987 a 1993.

El incidente que narraré tuvo lugar entre 1988-89.

Salió el gobernador Celso Delgado del edificio de la CTM estatal, sito en el cruce de las calles Aquiles Serdán y Zaragoza en Tepic, luego de presidir un acto en el auditorio del mencionado local.

De inmediato fue abordado por el reportero Javier Rojo, quien pidió su respuesta a supuestos actos de corrupción en alguna dependencia del gobierno estatal.

“Los nayaritas debemos estar muy agradecidos con el presidente Salinas por su empeño en construir la presa Aguamilpa….

Era la respuesta del gobernador Celso Delgado, quien salía por peteneras ante cuestionamientos de Rojo, reportero. Javier no sólo se molestaba, sino encabronaba. Yo le pedía que no hiciera caso, y que en última instancia las “incoherencias” a propósito las plasmara en redacción de la información.

Enseguida me la hizo a mí, cuando reportero de Notisistema-Tepic.

Salió de un acto en el teatro del Seguro Social, por la Calzada de la Cruz en la capital nayarita. En ese tiempo en el plano nacional se comentaba que el gobernador de Nayarit, Celso Humberto Delgado Ramírez, podría ir a ocupar una secretaría en el gobierno federal o la presidencia nacional del PRI.

Hacia ese tema dirigí mis interrogantes. Señor Gobernador, se menciona que usted es de la talla de un secretario de Estado o de presidente nacional del PRI, por tanto podría ir a ocupar alguno de esos cargos. Contestó:

“Mira, Oscar, yo soy talla 38 y me queda la 40”.

¡Plop!

EL SOBRINO

De los protagonistas de esta anécdota no daré nombres, porque un amigo mío dijo que no es de hombres hablar de personas ya fallecidas.

Se trata de un añoso director de teatro venido de allá del mar (Mazatlán) y un joven director de ballet folklórico venido del norte del país (Monterrey). Los dos excelentes en cada una de sus áreas, muy capaces para transmitir conocimientos a sus alumnos.

Tanto el viejo como el joven eran homosexuales. A mucha honra, decían. Eran muy amigos. En Tepic se conocieron.

No recuerdo si ambos prestaban servicios a la misma institución de educación superior o al gobierno estatal, pero con cada uno de sus grupos impartían enseñanzas en el mismo edificio, una casa de la Calzada del Ejército que se acondicionó para tales propósitos.

Por cierto, esa finca Sergio “El Chivo” Naya, que en paz descanse, siempre argumentó que el propietario, que fue su Contador en el negocio de venta de telas y lonas nombrado Naya Descuento, la adquirió con dinero que a Naya el comerciante le robó.

Un día en ese sitio, recuerdo que el homosexual joven, maestro de ballet folklórico, muy eufórico llegó acompañado de un buen mancebo para encontrarse con su amigo el homosexual viejo, maestro de teatro.

Con enorme gusto le dice:

-Maestro, te presento a mi sobrino.

-Ay tú, este fue mi sobrino hace un mes.

Y tan tan.

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