Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

Un justificado y razonable sentido de inconformidad

Sergio Mejía Cano

29 de abril de 2020

Sin duda que cualquier decisión tomada por los gobiernos en los tres niveles, de inmediato genera cierta polarización entre algunos sectores de la población; no en todos los sectores claro está, porque los hay entre los que están los libres pensadores que prefieren aplicar aquello de vive y deja vivir, aunque de todos modos critiquen veladamente o hagan saber su inconformidad únicamente entre sus íntimos, pero ya con esto hacen que se prenda alguna clase de opinión.

Está como ahora que se decidió otorgar despensas a los músicos, cosa que algunos aplaudieron y otros mostraron abiertamente su desacuerdo, ¿por qué?  Tal vez porque los inconformes piensen que esas despensas dependen del dinero de las contribuciones de los ciudadanos; sin embargo, se podría decir que en cierta forma en casos así está bien empleado el dinero de los impuestos de la población porque en sí no desaparece sin dejar huella y le está sirviendo a gente que en realidad está necesitando dicha despensa.

Pero la inconformidad de quienes no están de acuerdo, tal vez tenga un sentido justificado razonable debido a que esta medida causará el reclamo de otros sectores de trabajadores que por la contingencia que nos han echado acuestas a los mexicanos también están pasando las de Caín al no tener entradas de dinero al igual que los músicos que ahora han sido beneficiados en alguna forma. Por lo pronto ya apareció una parte de taxistas pidiendo alguna solución a su crítica situación que por estar las calles solas no hay pasaje a quien darle el servicio cotidiano que se acostumbra, así que tal vez no tarden en manifestarse otros sectores de la sociedad que se sienten en la misma situación crítica de economía; y vaya que son varios los sectores que el cierre de comercios y negocios de todo tipo que a alguien se le ocurrió señalar como “no esenciales”, ha dejado en la calle a miles de trabajadores. Y si bien algunos de estos trabajadores han tenido la suerte de que sus patrones hayan apechugado seguir pagando su salario o parte del mismo, los hay también que desde el primer día en que se cerró el local en donde prestaban sus servicios ya no les cayó un cinco a sus bolsillos, como los meseros que por lo regular no les importa recibir un bajo sueldo por estar más atenidos a las propinas; eh ahí a cocineras y cocineros de restaurantes que tuvieron que cerrar y cuyo giro de ofrecer comida para llevar no les funcionó y que por lo mismo se tuvieron que ir a sus casas, ahí están sin ganar un sueldo.

Empleadas y empleados de todo tipo de rubro que por fuerza tuvieron que cerrar entre las que posiblemente se encuentren madres solteras, hijas e hijos con padres discapacitados o como único sostén de sus familias y que ahora no hay nada de nada para llevar a sus casas. Y así se podrían seguir enumerando infinidad de trabajadores en descanso obligatorio que ya no hayan qué hacer y sin tener a dónde acudir, pues se entiende que la capital nayarita es eminentemente comercial, ya que aparte de la burocracia tanto estatal como municipal, y desde luego la clase política, todo lo demás es comercio y más comercio, y si la mayor parte de este negocio está vedado por el momento, entonces ¿qué habrán de hacer quienes toda su vida y por generaciones se han dedicado al comercio? Y habría que tomar en cuenta a esa otra parte de comerciantes que de cierto tiempo para acá se hizo cada día más común: los ambulantes e informales que cada día comenzaron a proliferar más y más; y ahora toda esta gente es la que está pasando un cruel viacrucis y más los que no previeron –como la mayoría de todos nosotros- que algún día pasaría algo así en que se detendría la movilidad de gran parte de la población y por ende, del comercio en sí y en otras partes el ver cerradas fábricas, factorías, talleres, etcétera; así que es casi seguro que a muchos de los comerciantes informales no les dio por ahorrar para una posible época de vacas flacas, porque es un hecho que muchos mexicanos no tenemos bien inculcada la cultura del ahorro, así que es muy probable que haya gente que hoy en día no cuente con efectivo y, si alguien previsor hizo su guardadito, es casi seguro que este ya se terminó o está a punto de desaparecer ya sea de un banco, de un cajón de su cómoda o debajo de su colchón, como lo haya guardado, el caso es que no le quedó de otra más que echar mano a ese guardadito.

Así que no nos extrañe que en los siguientes días haya reclamos al menos por una despensa de los hoy descansados.

Sea pues. Vale.

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