Tepic, Nayarit, jueves 18 de abril de 2024

Protección que, paradójicamente, desprotege a los jóvenes de la tercera edad

Sergio Mejía Cano

22 de junio de 2020

Buen argüende se ha armado por el tema del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), y más cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), dijo en una de sus conferencias matutinas que desconocía la existencia de dicho organismo. Desconocimiento a modo que tal vez lo dijo con sarcasmo, ya que AMLO añadió que lo que desconocía era algo que haya hecho el CONAPRED, porque él, así como la mayoría de los mexicanos no sabían de algo de relevancia que haya hecho algún día dicha institución para prevenir la discriminación.

La discriminación ha estado a la orden del día y cotidianamente en nuestro país en la mayoría de los ámbitos tanto laborales como de ingreso a restaurantes, congales ahora llamados pomposamente antros –aunque probablemente no de mala muerte, como se decía en las películas y novelas de antaño-, tiendas de todo tipo y un largo etcétera de lugares en donde les es prohibida la entrada a determinadas personas debido a su apariencia y su posible estatus social.

¿Y qué hizo o ha hecho el CONAPRED respecto a todo este tipo de discriminaciones? Ni modo que quienes integran o han integrado el equipo de trabajo de esta institución supuestamente autónoma jamás hayan sabido de que en las discotecas siempre ha habido porteros que deciden quién entra y quién no o que alguna vez hayan sido testigos de que en alguna tienda departamental se le negó la entrada a algún tipo de gente debido a su aspecto y apariencia. Y ni modo que el CONAPRED alegue que se necesita algún tipo de denuncia para poder actuar, ya que si un directivo de esta organización se da cuenta o sabe de algún caso de discriminación, se supone que sin decir ¡agua va!, tendría que actuar de inmediato para aclarar  el porqué se les niega servicio a determinado tipo de gente.

Y ahora con el tema del covid-19, en cierta forma se ha incrementado la discriminación para muchas personas, sobre todo por el hecho de no portar el dañino cubre-bocas o simplemente hasta por pertenecer a la juventud de la tercera edad.

Un compañero pensionado del ferrocarril como conductor de trenes, sube a su red social que jamás volverá a ir a las tiendas “Aurrerá”, porque no lo dejaron entrar a comprar parte de sus víveres.

Al entablar conversación con este pensionado, me dice que este pasado viernes 19 fue a la tienda que está por la avenida Tecnológico, y que a la entrada estaba una muchacha como de 16 años de edad que de entrada le pidió su credencial para votar, la que no traía el pensionado, pues no era un banco al que iba a ir, y la chica le negó la entrada; mi amigo pensionado traía su cubre-bocas y le hizo ver a la muchacha que dentro de la tienda se veía gente posiblemente mayor que él que tiene 62 años de edad y que entre esos adultos en plenitud andaban algunos sin cubre-bocas; pero la chica se mostró inflexible para con el pensionado. Comenta mi amigo que en eso llegó el que supuestamente era gerente y le explicó a mi amigo que no se estaba permitiendo la entrada a personas de la tercera edad; sin embargo, mi conocido le hizo ver, al igual que a la muchacha que le negaba la entrada, que dentro de la tienda andaban personas aparentemente mayores que él, y al mismo tiempo les hacía ver que seguían entrando más personas ya grandes de edad y no les impedían la entrada como a él. Comenta mi excompañero ferroviario que todo en buenos términos, sin alterarse ambas partes, pero que de todos modos no le permitieron entrar a la tienda Aurrerá.

Por esto y muchas cosas más, queda claro que la disposición de no permitir la entrada a personas de la tercera edad a las tiendas departamentales o supermercados está hecha y pensadas con el estómago o las patas, porque se debe de tener en cuenta que hay infinidad de adultos en plenitud que tienen que valerse por sí mismos, que existen ancianos que tienen que proveerse de lo necesario para su manutención, gente de la tercera edad que por diversas circunstancias de la vida han quedado solos; y si bien podría haber matrimonios que sigan viviendo juntos, existe la probabilidad de que alguno de ellos no pueda moverse, por enfermedad o incapacidad generada por la misma edad, y que uno de ellos, ya fuera el varón o la mujer, sea quien tenga que salir, solo, a comprar sus víveres o determinada cosa para su hogar.

Si bien se podría decir que esto es con el fin de proteger a los adultos mayores, también se podría decir que con esta medida los discriminan no dándoles oportunidad de ir a buscar el sustento diario.

Sea pues. Vale.

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