Tepic, Nayarit, martes 23 de abril de 2024

Porque los que tienen menos son la mayoría

02 de agosto de 2020

LA TRAICIÓN A NAVARRO QUINTERO EN ELECCIONES DE 2005

Sonó el teléfono. Mariscal me dijo: “Cabrón, ya está el recurso. Tenemos que estar hoy por la noche en Tepic, en una reunión con el candidato Navarro Quintero”. Así que me senté, consternado, pensando que sería un trabajo pesado: Pocas horas de sueño, y tratar con gente de mierda, mucha gente de mierda. La política, en sus venas, está corrompida.

Llegamos a Tepic a media noche.

Nuestro proyecto era muy simple: Montar un call-center con 100 líneas telefónicas, hacer marketing de posicionamiento, diseño de slogans, encuestas de salida, análisis político, monitoreo en tiempo real de la campaña, impacto en medios, boletines de prensa, corrección de estilo, penetración en la población, la fotografía para prensa. Nuestro equipo constaba de 4 politólogos, un actuario, un comunicólogo, el sobrino de Carlos (que es un don nadie) y yo.

El tráfico de influencias estaba en todas partes. Nosotros, al ser una empresa externa (no militante del PRD) teníamos “ciertos privilegios”. Teníamos cuenta abierta en ciertos restaurantes y en el hotel. Es decir, que podíamos comer y beber todo lo que podíamos. “All you can eat, all you can drink”. Así que todos mis compañeros, estaban ebrios de tiempo completo. Yo no. Y no porque sea un santo o un hipócrita. No, sino que yo estaba todo el día, pegado con el Dr. Navarro Quintero, viajando en su camioneta, a todos los mítines de proselitismo dentro de su campaña. Conocí todos los municipios de Tepic. Pude ver la pobreza que existe en el estado. Salía del hotel a las 5 de la mañana. Regresaba generalmente a media noche. Tenía que revisar mis fotografías. Hacer mis reportes, coordinarme con el equipo de prensa, con mi equipo. Llegaba a cenar. Me hice amigo de muchos.

Una noche llegó una mujer a tocar a mi puerta. Abrí. Se abrió la gabardina y me mostró un cuerpo impresionante, adornado con un liguero que enmarcaba sus caderas, un diminuto sostén que sostenía apenas, un par de glándulas mamarias que podrían bien fungir como herramientas de nodriza para alimentar a todo un ejército. Yo tartamudeé. Me dijo que la había enviado (no diré el nombre del autor del “obsequio”) para acompañarme toda la noche. Yo estaba agotado, haciendo mi reporte. Le dije textualmente: “No quiero coger.” Ella se sintió ofendida. “¿Ni siquiera me dejarás pasar a tu habitación?”. Pasó. Se sentó en la mesa en donde yo trabajaba. Le sugerí que se sirviera cualquier cosa del mini bar que tenía en mi habitación, y continué con mis reportes. Ella me preguntaba de todo. Yo nada más sonreía. Me dijo que yo era un chico muy guapo. De verdad que ella era una mujer bellísima. Todo el tiempo me mostraba sus largas piernas, su diminuta cintura, y sus increíbles labios. Pero yo tenía novia. Y de verdad estaba enamorado. Y por alguna extraña razón soy monógamo. Así que le sugerí que no se esforzara en quedar bien conmigo. Que estuviera el tiempo que ella considerara necesario, que a mí me chupaba un huevo si les decía que era eyaculador precoz, etc. Ella se quedó dos horas. Me dijo que me quería “conocer de verdad.” Una prostituta enamorada de mí. Vaya.

Cuando llegó Andrés Manuel López Obrador a la campaña, había una efervescencia muy interesante en la población. Puedo decir que no había acarreados. Había movilización, mucha. La gente tenía sus esperanzas en AMLO. Yo mismo me sentía feliz. Admiro muchas cosas de Andrés Manuel. Sobre todo su valor. Él era el único que saludaba a todos los del equipo de mano. Navarro Quintero me sugirió que viajara con AMLO en su camioneta. Durante el cierre de campaña (una semana) estuve en la camioneta con AMLO. Un tipo muy sencillo. Me preguntó mi edad, mi nombre, mi profesión. Comí con él en 3 ocasiones. Siempre me pareció un tipo honesto. Un día la pregunté, a quemarropa: “¿Porqué Andrés Manuel quiere ser Presidente?” Él me señaló a la gente que se nos agolpaba en la camioneta cuando llegábamos al cierre de campaña en Bahía de Banderas. “Por ellos, porque los que tienen menos son la mayoría.” Me dio una palmada en el hombro y me dijo: “Llegamos”. Yo me bajé primero de la camioneta, y tomé esta fotografía.

Lo demás son sólo recuerdos. El PREP se detuvo misteriosamente, y una vez más, el PRI con Ney González robó la elección. Nosotros teníamos los datos. Sé, con documentos y pruebas, que robaron la elección. Ahí supe, que también robarían la elección presidencial. El día de las votaciones, nosotros estuvimos en el call center. Navarro Quintero (el candidato para gobernador de Nayarit por el PRD) estuvo en el bunker, después se trasladó con nosotros, al call center, y después nos fuimos a la casa de campaña, mientras el equipo monitoreaba el PREP. Había mucha incertidumbre. El lunes después de las elecciones, tuvimos nuestro primer día libre. Todo el día en la alberca, bebiendo. Yo pude por fin, ver a mi novia y pasar la tarde juntos. (La había conocido ahí mismo en Tepic).

El Dr. Miguel Ángel Navarro Quintero era militante del PRI. En la elección interna ganó. En ese momento estaba al frente del PRI Roberto Madrazo. Y había fuertes intereses para que Ney González (El actual gobernador de Nayarit) fuera el candidato. Navarro Quintero, viajó a la ciudad de México, y tras una charla a puerta cerrada con Madrazo Pintado, se rompieron relaciones. Entonces el PRD lo cobijó. Pero la consigna era que Navarro Quintero no fuera gobernador.

La gente del PRI nos contactó. Nos ofrecieron una fuerte cantidad de dinero por filtrar información. Un par de nuestro equipo se vendió. Me boicotearon mi servidor FTP en donde intercambiaba información directamente con Navarro Quintero.

Cuando se hizo oficial que Ney González había “ganado” la elección, se creó una atmósfera terrible de inestabilidad y de inseguridad. Hubo confrontaciones entre priístas y perredistas. Nosotros fuimos notificados: “Tienen una hora para abandonar el estado.” Tuvimos que correr, literalmente, para abordar unos taxis que nos llevarían a la terminal de autobuses. Era muy inseguro ir directamente al aeropuerto. Dos personas de nuestro equipo habían filtrado información, y ahora todos corríamos peligro. En ese momento no sabíamos quienes habían sido los traidores. Yo tomé el celular, y le llamé a Mónica, mi novia. Le dije que tenía que salir del estado en ese momento. Ella alcanzó a llegar diez minutos antes que abordara el autobús. Lloramos. No entendíamos nada. Nos besamos y nuestras lágrimas se mezclaban en nuestros rostros. La lejanía y el tiempo terminaron por desmoronar nuestra relación. Yo estaba enamorado. Ella también. Lo sé. Yo soy un tipo con ideales. Yo seguía con la imagen de Andrés Manuel López Obrador diciéndome: “(…) porque los que tienen menos son la mayoría.”
2010/05/25

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