Tepic, Nayarit, miércoles 24 de abril de 2024

Entre infiltrados te veas

Sergio Mejía Cano

01 de octubre de 2020

Desde luego que todas las marchas y plantones de protesta son muy respetables en cuanto a la decisión de quienes las realizan, pues sus motivos y derechos los tienen para hacerlo; sin embargo, el prietito del arroz por lo regular en algunas de las marchas en donde el vandalismo es el principal ingrediente, es producto de infiltrados que se mezclan casi siempre para desprestigiar esas marchas y hasta los plantones.

En sus inicios, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), fue uno de los partidos políticos más agredidos y difamados como de los más violentos, y por lo mismo, uno de los más perseguidos y asediados en muchas formas, porque hasta se llegó a documentar que durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, muchos de sus integrantes fueron perseguidos, intimidados y, en su momento se llegó a decir que por lo menos hubo un poco más de 300 de sus militantes que perdieron la vida en diversas circunstancias por demás sospechosas. Y a pesar de infinidad de quejas al respecto, se hizo clásica la respuesta del entonces presidente Salinas de Gortari: “ni los veo ni los oigo”. Claro que en ese entonces el PRD era una asociación política muy respetable y no la caricatura de partido que es hoy en día en que ya muestra sus estertores de próximamente llegar a su fin.

En muchas de las marchas que llegaron a hacer los militantes del PRD en los albores de su creación y años después, no faltaron los infiltrados dispuestos a efectuar actos vandálicos para desprestigiar a dicho partido político y que mucha gente lo identificara como una asociación violenta; obvio que todo era con ese malévolo propósito para que parte de la ciudadanía identificara al PRD –de aquellos años de los 80 del siglo pasado-, como lo máximo en violencia en un partido político.

El ingeniero Heberto Castillo Martínez (1928-1997), militó en el PRD después de haber sido candidato presidencial para las elecciones de 1988 por el Partido Mexicano Socialista, candidatura que declinó a favor de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano que competía por el Frente Democrático Nacional (FDN), originando posteriormente la creación del PRD, al que se sumó el ingeniero Castillo Martínez, quien también colaboró en varias revistas con artículos de opinión. Y en uno de sus artículos que publicó la revista Proceso, habla sobre los infiltrados en los movimientos de protesta.

Escribe don Heberto Castillo, que efectuó un viaje en automóvil acompañado de su señora esposa con rumbo a su pueblo natal, Ixhuatlán de Madero, en el estado de Veracruz, y comenta que al acercarse al centro de la población, notaron que había disturbios cercanos a la Plaza Principal, por lo que detuvieron su marcha, y cual va siendo la sorpresa del ingeniero Castillo, que vio gente portando camisetas con el logotipo del PRD haciendo desmán y medio, portando sendos garrotes y piedras en las manos. Y aunque no conocía mucha gente de su población por estar radicando en el entonces Distrito Federal, aun así se le hizo gente extraña esa que andaba vandalizando y más, porque posteriormente se enteró que así como había llegado de pronto esa gente a desbaratar un mitin o asamblea popular en la plaza, así había desaparecido sin que nadie llegara a reconocer como lugareños a toda esa gente que habían causado destrozos y golpeado gente.

Así que don Heberto, después de reflexionar y analizar la situación, llegó a la conclusión de que cómo era posible que abiertamente se iban a identificar como perredistas esos malhechores luciendo las siglas y el logotipo del PRD en sus playera y otros con la camisa abierta pero luciendo la misma camiseta; obvio que todo era con el fin de que las personas agraviadas le echaran la culpa al PRD de haberlos agredido.

Lo que ha sucedido recientemente en la Ciudad de México con los grupos feministas que agredieron a mujeres policías y pintarrajearon inmuebles, desde luego que tuvieron infiltrados en su grupo, a los que permitieron que hicieran a su libre antojo todos esos actos vandálicos, logrando el propósito para que buena parte de la población reprobara estos hechos e identificando a los grupos de mujeres que se pronuncian a favor del aborto como violentas. Y esto obviamente por falta de organización de las cabezas de este movimiento que no se apartaron en un momento determinado de quienes estaban mostrando toda esa violencia.

Así que estos grupos de mujeres, por qué no se apartaron en cuanto vieron que otras más comenzaban a agredir y pintarrajear, encapsulando a las dañeras.

Sea pues. Vale.

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