Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

La falsedad de los alimentos industrializados

Sergio Mejía Cano

15 de octubre de 2020

Allá a principios de la década de los años 80 del siglo pasado, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco,  en un programa de radio que se trasmitía en Radio Metrópoli (frecuencia 1150 de amplitud modulada), denominado “Entre bromas y veras”, participaban el conductor radiofónico Jaime García Elías y como invitado cotidiano, el ingeniero Enrique Flores Tritschler (1932-2005), quienes trataban temas del diario acontecer.

En uno de esos programas, el ingeniero Flores Tritschler, dijo algo que hoy en día me volvió a la mente, pues en aquella ocasión don Enrique dijo al aire que cómo era posible que se engañara al público consumidor de tal manera, ya que se había descubierto que la supuesta crema “que se le pone a los tacos”, no era otra cosa más que “grasa hidrogenada”; y que aún así, en la mayoría de las cremerías se atrevieran a tener a la venta de tres tipos: buena, mediana y económica, es decir, comercial, que era la que por lo regular llevaba la mayoría de la gente, con la salvedad de que quien la estuviera despachando, más de una vez se pudiera equivocar dando una crema por otra que, al fin y al cabo, nada más los buenos catadores podrían diferenciar el sabor o las abuelitas en todo caso, pues ellas sí que habían probado en su larga vida la verdadera crema, y no como la que estaban vendiendo hoy en día.

Y esto viene a colación, porque últimamente en la revista que emite la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO), constantemente han sacado a la luz productos que no son lo que dicen ser. Así ha pasado con el café soluble que casi no contiene café aunque en su etiqueta diga que es café puro 100 por ciento, leche que no es leche en sí, sino producto lácteo, atún de soya, salchichas que no contienen lo que señala la etiqueta, así como jamones que no son jamones, etcétera; claro que han aparecido gran cantidad de otros productos que la misma PROFECO, cuestiona por su contenido; y hasta ahora, ninguna de esas grandes industrias de comida y alimentos artificiales se ve que hayan protestado por lo que afirma dicha procuraduría.

Y ahora, en algunos medios de circulación nacional, local y desde luego, portales de internet, ha aparecido la nota referente a los quesos y yogurt que, muchos de ellos, no contienen la cantidad de leche que dice la etiqueta tener, y además, que se les ha encontrado buen contenido de grasa vegetal en sustitución de la leche que dicen tener.

Todo esto, desde luego, que vendría a ser en perjuicio del público consumidor, pues se supone que las empresas de comida y alimentos industrializados tendría que recurrir a enormes cantidades de químicos para dar el toque necesario de textura y sabor requeridos. Como la cobertura de los pastelillos embolsados que se dice, tienen como base puro cebo y sabor artificial.

Se entiende que si esto no fuera cierto, desde luego que esas industrias ya hubiesen interpuesto demandas por difamación; pero hasta hoy en día no se sabe que hayan protestado por este hecho. Tal vez por la comodidad de que mucha gente de todos modos seguirá consumiendo sus productos sin tomar en cuenta lo que informa la PROFECO o que les digan otras personas, pues está como las bebidas gaseosas, sobre todo las de cola que, así se les diga a las madres de familia lo perjudicial que son para los niños, aun así se las siguen proporcionando a sus hijos tal vez sin importarles la salud de sus retoños o quién sabe. Pero el hecho es que se ha visto que hay mamás que hasta en biberón les dan esa nefasta bebida a sus críos.

Claro que esto es lo que se sabe por medio de la PROFECO, respecto a lo que saca a la luz; sin embargo, ¿qué tantas cosas hemos estado consumiendo pensando que nos hace bien y es todo lo contrario?

Es obvio que los sustitutos químicos y añadidos artificiales a los alimentos industrializados les han dejado grandes ganancias a las empresas que se dedican a su producción, porque queda claro que si tal vez les añadieran leche al 100 por ciento tal y como lo dice la etiqueta de la gran cantidad de productos lácteos, tendrían poco tiempo para su comercialización, debido a que la leche se echa a perder muy pronto; y tal vez por eso la sustituyen por la grasa vegetal que aguanta un poco más.

Hoy en día la supuesta leche que consumimos la bebemos sin hervir y, si acaso la llegáramos a hervir, pues ni nata hace. Así que queda la pregunta que ¿de dónde sacaran la nata quienes venden gorditas de nata, en las carretitas que se ven en las céntricas calles de la mayoría de las ciudades?

Sea pues. Vale.

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