Tepic, Nayarit, jueves 02 de mayo de 2024

Obtener el máximo de ganancias, sin importar el deterioro ambiental

Sergio Mejía Cano

31 de Mayo de 2022

En el portal de internet del periódico La Jornada, de ayer lunes 30, aparece un reportaje del corresponsal Luis Sánchez, con el encabezado “Pedreras de Tepic se niegan a firmar convenio de protección ambiental”; y en el cuerpo de la nota, entre otras cosas dice que también se niegan a realizar obras y acciones de reparación de los daños ambientales causados en los últimos 30 años.

Y señala la nota de referencia además que, los propietarios de al menos siete empresas afectadas con la medida gubernamental de suspender las actividades en esa zona ubicada al suroeste de Tepic y los límites con el municipio de Xalisco, insisten en no signar los acuerdos para su reubicación y el cumplimento de las normas en la materia, con el argumento de que no es costeable y sus ganancias serían insuficientes.

Así que esto de que “sus ganancias serían insuficientes”, se podría considerar el meollo del asunto: ganancias sin importar la ecología, el claro deterioro ambiental, la afectación a infinidad de especies que se ven obligadas a cambiar su hábitat, etcétera. Ganancias, ganancias así esto conlleve daños y destrucción. Un daño ecológico que, tal vez esos propietarios de las empresas que hoy se dicen afectadas, pero que durante 30 años estuvieron escarbando y saqueando material pétreo sin prácticamente ser molestados ni sancionados, consideren que todo ese daño a la Naturaleza jamás los afectará en lo absoluto, porque en dado caso de que la Naturaleza comience a cobrar la factura por las afectaciones, pues se podrán ir a otra ciudad, otro estado o hasta posiblemente irse al extranjero aprovechando todas esas ganancias económicas que obtuvieron durante esos 30 años de explotación a un cerro que debió haber sido protegido, pero como no lo fue, tal vez no esté muy lejano el día en que la falta de apoyo en las faldas hoy casi inexistentes del cerro de San Juan, comiencen a haber deslaves, derrumbes y que se generen corrientes de agua atípicas en los próximos temporales de lluvias, debido a que, el agua, al no contar ya con sus cauces naturales, buscará la manera de no quedar atrapada saliendo por donde haya manera de hacerlo, ocasionando inundaciones en zonas en donde jamás las ha habido; pero que, por haber sido cambiado el entorno ecológico, se podría generar una devastación impensada e inusitada.

Se dice constantemente que no deberíamos preocuparnos tanto de cómo nos dejaron devastado y contaminado el planeta nuestros antepasados, sino cómo se los vamos a dejar a las nuevas generaciones. He ahí cómo están recibiendo los recién llegados el río Mololoa, todo contaminado, a tal grado que más parece ya un drenaje a cielo abierto; sin embargo, todavía hasta mediados del siglo pasado, sus aguas las utilizaba mucha gente para lavar ropa, para el uso doméstico, para bañarse ahí, sin embargo, hoy en día esto es prácticamente imposible, pues lo más probable es que si una persona dura más de diez minutos en el agua que corre por este río, se intoxique su cuerpo y hasta con la posibilidad de perder la vida, debido a todas las toxinas que arrastra el Mololoa.

De Mora a estación Roseta, la vía férrea atraviesa varios arroyos o, tal vez algunos sean la misma corriente de agua, pero serpenteando tal y como lo hace la carretera que cruza con la vía del ferrocarril hasta tres o cuatro veces, siendo la misma carretera.

Hoy en día, esos arroyos transportan agua contaminada a más no poder, con un hedor casi insoportable, tal y como huele hoy el río Mololoa; sin embargo, hubo una vez que, al igual que el Mololoa, era cristalina, transparente, limpia y pura.

Cierto día, allá a principio de los años 80, al ir bajando en un tren rumbo al norte, acababa de llover por lo que el o los arroyos por los que pasaba la vía férrea iban cargados de agua que más bien parecía como agua de chocolate o tamarindo. Entonces el maquinista, que ya era un señor grande de edad, dijo que a ver si con esa corriente tan fuerte se limpiaba un poco el arroyo, porque cada día se veía más sucia el agua y, comentó que a él le había tocado mirar ese arroyo con aguas claras, cristalinas que permitían mirar el fondo del arroyo y que hasta se veían peces nadando tranquilamente; pero que, con la expansión del ingenio de Puga, todo había cambiado, así como el crecimiento de la población que circunda dicho ingenio azucarero: Francisco I. Madero.

Así que, todo sea con tal de obtener ganancias sin importar la contaminación y devastación que esto conlleve. Interesa más el negocio.

Sea pues. Vale.

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