Veneración a Octavio Campa Bonilla, poeta universal

Contrario a su costumbre, Octavio Campa Bonilla, en su turno al uso del micrófono, dedicó la mayor parte de su tiempo a cantar dos composiciones de su autoría: una por haber cumplido (hace dos) 50 años de matrimonio y, la otra, a experiencias de su vida en Santiago Ixcuintla.

Pero al inicio de su intervención, mejor dio paso a la participación de su “queridísimo” amigo Tano Reyes, quien realizó para el poeta Campa Bonilla un acróstico que musicalizó. Acompañado de su guitarra en ese momento lo interpretó. Al terminar, Tano sugirió que al Teatro Ixcuintla se cambiara el nombre por Octavio Campa Bonilla.

En ese instante Campa puso objeción. Fue entonces que propuso el nombre de su esposa Martha Hernández Drewien, oriunda de Santiago Ixcuintla, de la cual dijo: “mi esposa es una luminaria nacional en el teatro; yo soy un pobre ermitaño, nada más”.

Pero además añadió: “Me gustaría más que se llamara Mónica Miguel, porque ella es la mujer de teatro que nos ha llevado mucho más lejos, en un horizonte universal”.

En ese momento lo interrumpe Tano Reyes al gritar cuando bajó del estrado: “Usted es de aquí, maestro”.

La respuesta vino de inmediato: “Mónica es de Nayarit; Mónica quiso un montón a la costa, siempre le cantó a Santiago”. Luego opinó que el Teatro del Pueblo (en Tepic) no debiera llevar el nombre de Alí Chumacero, “porque Alí Chumacero nunca hizo teatro; ese teatro se debía de llamar Alfredo Castilla”.

Las vivencias corresponden al primer homenaje ofrecido al poeta Octavio Campa Bonilla realizado el viernes anterior en el Teatro Ixcuintla de Santiago con la asistencia de Jesús Plata Nolasco, Eduardo Lugo López (alcalde del lugar), Francisco Javier Castellón Fonseca y Héctor Severiano Ocegueda Hernández, así como buen número de santiaguenses.

A la vista del público presente, Campa Bonilla recibió sendos reconocimientos, también las llaves de la ciudad, en mérito a su destaca obra. Quedó asentado allí que es este el primer homenaje al poeta, en presagio de que vendrán muchos más por los municipios de Nayarit.

De todos quienes hicieron uso de la palabra en el acto de homenaje, significó la intervención de Francisco Javier Castellón Fonseca, quien, en su pieza oratoria por escrito, correspondió hacer semblanza de la vida y obra del poeta Octavio Campa Bonilla.

“A lo largo de muchos años, Octavio ha tenido la presencia permanente en la vida de muchos nayaritas y santiaguenses, en todos los ámbitos: en lo privado, en lo social, en lo cultural, y en lo político aparece en la vida de todos, de repente en destellos que marcan en la vida de todos nosotros en lo colectivo.

“La primera vez que yo vi al hombre barbado, de voz grave y de movimientos continuos, parecería estar todo el tiempo inquieto, quizás haya sido cruzando la calle 20 de noviembre, frente a la escuela Juana de Abaje, pues yo debía haber tenido unos diez años, iba él con un cuaderno o un libro en la mano, murmurando cosas para sí, fue lo que me impresionó, él hablaba solo al cruzar la calle.

“Verlo declamar sus poesías ganadoras en los juegos florales de nuestra feria y urdir metáforas sobre nuestra tierra, nuestro río, nuestro cerro, el señor de la Ascensión, la reina, el rompimiento, la coronación, las calles empedradas y las banquetas viejas como las bautizó nuestro querido amigo José María Narváez (Pepillo, como le decíamos), y que sólo los nacidos al amparo de esta tierra comprendemos su significado.

“A lo largo de los años me sigue impresionando su campo de acción en lo social, en lo político y en el ámbito universitario. Lo vi defendiendo, denodadamente, al gran rector Germán Rodríguez y coincidir con él, como consejero universitario, en su reelección.

“Y sus debates incansables en el congreso local, y también en su paso como maestro en la Universidad Autónoma de Nayarit. Cuando fui rector, de una manera sensible, como es él, creativa, me propuso organizar un taller de literatura en la prepa 13, que tuvo un extraordinario éxito.

“Abarcar la amplitud de su obra podría llevarnos toda la mañana, en este bello teatro, pero quisiera darle voz, en este merecido reconocimiento a un amigo mutuo que ya ha partido del plano terrenal, a nuestro querido Pepillo Narváez, quien en la presentación de un libro de Octavio resumió una gran parte de lo que nos está legando: “Desde hace 60 años que conocemos al vate Campa Bonilla, y siempre hemos dicho que en lugar de Octavio debería llamarse Dieciseisabio, porque cada vez nos sorprende con sus siempre nuevas creaciones, y nos deja encantados. Desde aquellos tiempos del Diario de Nayarit, editado por mi señor padre (Don José María Narváez Madrigal) cuando hizo él sólo un periódico que tituló El Verso, toda en rima, hasta los anuncios, sin esfuerzo.

“Pepillo señala que todo se debe a que siempre está en el oficio dentro de sus ocupaciones que van desde el magisterio hasta la medicina, pasando por la actuación, la dirección, la autoría de obras de teatro como la primorosa comedia en tres actos “Los Cristeros del 70”, presentada por primera vez en nuestra casa de Santiago Ixcuintla (supongo fue en el local donde estaba La Extra de Nayarit).

“En el gobierno de Rigoberto Ochoa, Octavio Campa Bonilla acompañó a este en su gestión al frente del desaparecido ICANAY, del cual fue director, dando participación a la orquesta de cámara OCANAY dirigida por el maestro michoacano Soto y varios músicos cubanos, de los que llegaron para quedarse entre nosotros y que hicieron escuela en Nayarit. Asimismo, apoyó sin condición al internacional Ballet Mexcaltitán, bajo la magistral dirección de Sergio Eugenio García Pérez, que tantos logros ha cosechado a nivel mundial.

“A su paso por la Cámara de Diputados local, Campa Bonilla fue uno de los más destacados legisladores. Y en la música, nos ha ofrecido varios recitales o sus composiciones propias, y sus primorosos villancicos y las pastorelas que él ha creado y escrito, de las que ha hecho varias grabaciones y que se han difundido a nivel internacional con arreglos musicales del maestro Roque García, otro nayarita ilustre.

“Y su paso por las tradicionales fiestas de primavera de Santiago Ixcuintla. Decía Pepillo: “De las que aparte ser algunas veces su coordinador, ha sido galardonado varias veces como poeta triunfador, dándose el lujo de ser el vate que más ha logrado triunfos en este certamen, y del que podría ser no sólo master sino también artífice de los juegos florales de Nayarit”.

Continúa Castellón: Con Octavio me une el amor por nuestra tierra, el gusto por la poesía y mi admiración por su inagotable creatividad y sus iniciativas, que la verdad, yo cuando las conozco las apoyo desde cualquier sitio donde he estado.

“Por eso, yo digo que qué bueno, hoy Santiago Ixcuintla, sus amigos, sus admiradores, sus compañeros del ayuntamiento, su presidente Eduardo Lugo López, le extienden este merecido reconocimiento y le entregan las llaves de la ciudad, lo cual seguramente él ya tiene en su corazón y en su mente.

“Octavio ya es un nayarita universal como Nervo o Alí Chumacero. Su obra sigue llegando a todos los ámbitos de la cultura, y siempre, siempre, me queda claro, será un referente de las generaciones que compartimos con él tantas cosas que resulta imposible contarlas todas”.

En otro apartado de la ceremonia, el alcalde Eduardo Lugo López cerró así su alocución: “Aunque él y yo no hayamos nacido aquí, somos santiaguenses de corazón. Uno no es de donde nace, es de donde se hace”.

Octavio Campa Bonilla nació en San Ignacio, Sinaloa, sin embargo, desde su tierna infancia, ha vivido en Santiago Ixcuintla.