Tepic, Nayarit, viernes 19 de abril de 2024

Pobreza y miseria en existencia social

Octavio Camelo Romero

28 de octubre de 2013

No es novedoso el fenómeno contradictorio que el capitalismo desenlaza, por un lado de generar una enorme riqueza y por el otro, de arrastrar a una buena parte de la población a la miseria. Este fenómeno se ha visto desde los inicios del capitalismo, desde los siglos XV y XVI de la antigua Europa, y más específicamente de la antigua Italia hasta los momentos actuales. En los lugares donde domina el “capital” surgen como por arte de magia los dos polos: la riqueza por un lado y la pobreza o miseria por el otro. No importa que en esos lugares hayan existido con anterioridad formas sociales de vida medianamente equitativas como en la extinta URSS. Al llegar a esos lugares el “capital” y dominar todas las esferas de la vida social, la contradicción inmediatamente se presenta. Pero además en detrimento de la vida social, el desarrollo del capitalismo y la explotación irracional de los recursos naturales y humanos contaminan el entorno con los deshechos de la industria y ponen en riesgo la existencia de la humanidad. Y esto es así porque los capitales tratan egoístamente de seguir acrecentando su riqueza en detrimento del ingreso de los asalariados y del bienestar de la sociedad. China es un extraordinario ejemplo del costo social que se paga por la avaricia de los capitalistas y la complicidad de la clase política gobernante. El descontento de los trabajadores de las empresas extranjeras es acallado con la “fuerza del Estado Chino” y el irrespirable aire contaminado de las grandes ciudades del Dragón Rojo es el resultado de la complacencia del Partido Comunista y del Estado Neoliberal Chinos. Con estos ejemplos queda evidente la agudización de este tipo de situaciones cuando en la esferas gubernamentales se encuentran servidores del capital y en lugar de servidores nacionales, ya no digamos populares, que equilibren los intereses de los trabajadores y de los capitalistas. En lugar de buscar los equilibrios entre el capital y el trabajo crean políticas públicas favorecedoras para el acrecentamiento y acumulación del “capital” y consecuentemente  para el aceleramiento de la concentración y centralización del capital. Tal es el caso del cuadro que nos muestra México.

El Gobierno de la República ha implementado una política de reducción del salario de los asalariados. Por una parte tiene una política de incremento de precios en alimentos que rebasan en promedio el 10 por ciento anual. Y a la vez tiene una política de incremento de salarios que no llega en promedio al 5 por ciento anual. Pero por si fuera poco, tiene una política fiscal que a los grandes capitales no solo no les cobra crédito fiscal, sino que les financia sus actividades económicas con dinero de la Nación al nombrarlos retenedores de los impuestos que cobran. Los pequeños capitales o capitales artesanales no están en condiciones de luchar por ampliar sus mercados, es más, en algunos casos no pueden ni siquiera sostenerse como empresas. Quiebran y sus dueños se van a engrosar las filas de los asalariados o andan en busca de empleo. Pero por otro lado los trabajadores desempleados son tantos que no obstante que el salario oficial es bajo, ellos lo abaratan más con el fin de conseguir un empleo. Así es como se llega a que más de 50 millones de trabajadores mexicanos con su salario no alcanzan ni siquiera a comprar una mínima canasta básica de alimentos, mucho menos para adquirir libros y cultivarse. Si a estos asalariados se les anexan los mexicanos que no han tenido la suerte de encontrar un empleo, entonces la cifra crece a más de la mitad de la población del país. La población de México busca trabajo y trabaja en lo que encuentra, no en lo que quiere. Es una situación sumamente delicada para el país y es producto de los Gobiernos que desafortunadamente hemos elegido mal.

De esta lamentable situación económica de las familias mexicanas se derivan hechos aparentemente inconexos como el robo a las súper-tiendas, el ingreso al ejercicio de la violencia bien sea en las “fuerzas del orden” o bien en la llamada “delincuencia organizada”, el crimen hasta de familiares por no tener la capacidad económica para la atención especializada o psiquiátrica, etc. El gobierno correspondiente debe encontrar la manera de mitigar esta contradicción ofreciendo a las familias la oportunidad de obtener ingresos, por lo menos, para satisfacer las mínimas y básicas necesidades alimenticias. Por eso dijimos que el aguinaldo ofrecido por el gobernador nayarita a los trabajadores del SUTSEM es un mecanismo adecuado para reactivar la economía. Y en el mismo sentido es la contratación que se hizo para la limpieza de la ciudad. Es deseable que estas políticas económicas se  generalicen en todos los municipios para reactivar la economía local.

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