Tepic, Nayarit, viernes 26 de abril de 2024

Hemos sido muy tolerantes

Sergio Mejía Cano

05 de Agosto de 2016

El indefinible gobernador del estado de Chiapas, Manuel Velazco Coello, se mostró como un émulo del expresidente Gustavo Díaz Ordaz al invocar lo dicho por este último poco antes de la masacre del 2 de octubre (no se olvida) de 1968, una frase que sonó al preámbulo de hacer uso de la fuerza pública: “Hemos sido tolerantes hasta exceso criticados…”, palabras más, palabras menos, que al rato el gobernador chiapaneco se disculpó por haberlas emitido; sin embargo, casi las mismas palabras, pero con el mismo sentido ahora han sido pronunciadas por la clase empresarial en el país, y hasta clamando por el uso de la fuerza pública para acabar de una vez por todas con la disidencia magisterial que ya se está extendiendo a casi todo el territorio nacional.

Este pronunciamiento tanto de Velazco Coello como el sector empresarial pareciera estar llevándonos al pasado en que la alta burguesía le reclamaba al sempiterno dictador Porfirio Díaz que aplacara a los “descalzonados”, a los pelados, a la chusma que se quería salir del huacal al inconformarse con la estabilidad social y “la paz” reinante. Claro, como a esa alta burguesía y clase política de entonces nada les faltaba por eso no se explicaban el porqué del inconformismo de las masas populares; tal y como acontece hoy en día en que como nada les cuesta a los políticos, que todo se los paga el pueblo y que por eso no pasan hambre ni frío y están bien protegidos de las lluvias, no se ponen las pilas y se ponen a revisar las dichosas reformas causantes de todo este revuelo que es muy probable se extienda más y más hasta que llegue la sangre al río, como al parecer pretende el sector empresarial que en vez de que se persista el diálogo con los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), prefiere que el gobierno meta orden mediante la fuerza pública ya inmediatamente, tal vez sin ponerse a considerar lo que esto significaría para el país; que el derramamiento de sangre sería cuantioso y que el conflicto no terminaría como sucedió la  noche de Tlatelolco, sino que se prolongaría por tiempo indefinido y que desde luego, a ningún lado bueno conduciría a ninguna de las partes involucradas.

La clase empresarial está muy molesta por sus supuestas pérdidas económicas, de acuerdo, y están amagando con demandar al gobierno federal por omiso y por no poner orden; y además, amenazan con no pagar impuestos como si pagaran muchos e incluso añaden que toda esta situación  inhibe que haya más inversiones en el país. Sin embargo, claman porque se haga uso de la fuerza pública en contra del magisterio disidente, pero también se molestarían si alguien clamara porque se revisara la situación laboral dentro de sus empresas, si pagan salarios justos, si hay buen ambiente de trabajo, si no son jornadas extenuantes y prácticamente esclavizadoras, si tienen a todo su personal afiliado al IMSS de acuerdo al salario que devengan, si  no tienen demandas por despidos injustificados y un largo etcétera de anomalías que si se les escarbara de bien a bien por fuerza tendrían que salir a flota infinidad de ellas.

Pero, ¿en realidad están perdiendo mucho dinero los empresarios? ¿En verdad pagan sus impuestos tal y como debieran? Porque se ha documentado que algunas empresas hacen varios juegos de números ante la Secretaría de Hacienda, de tal modo que ésta última termina devolviéndoles mucho dinero; y constantemente aparecen en las redes sociales reclamos sobre las tiendas departamentales que aplican el famoso “redondeo” y que esos pocos centavos que mucha gente cede de buena fe, después esa tienda departamental que acumuló dinero gracias al redondeo, lo dona en forma altruista pero con el fin de que ese dinero se lo consideren como exención de impuestos, y así todo mundo feliz, no hay bronca, todo está bien mientras no se le exija a quien donó dinero extraído del redondeo que dé nombre y domicilio de quien lo cedió.

Y si bien la molestia empresarial es a nivel nacional por la disidencia magisterial, en Nayarit más bien los empresarios están molestos pero por el alza a los combustibles y a las tarifas de luz; y en cierta forma tienen razón, pues tal vez se verán obligados a traspasar esos altos costos al público consumidor, porque como señalan varios analistas económicos: para los empresarios ahora no hay más que de dos sopas: aumentar los precios en sus empresas o declararlas en quiebra porque el poder adquisitivo del pueblo no alcanzará para ajustarse a los nuevos precios.

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