Tepic, Nayarit, jueves 02 de mayo de 2024

La Bella Nicté-Ha (Flor de agua)

Rocío Alegría Treviño (Cielo)

02 de Enero de 2023

Existía en el Mayab, una bella joven, llamada Nicté-Ha, que significa, flor acuática, era la guardiana del cenote sagrado, le gustaba estar ahí y reflejar su hermosura en el espejo de agua.  Escuchaba cantar los pajarillos y se maravillaba ante la profundidad insondable del cenote, le encantaba, pero a veces, le temía, era muy profundo y misterioso, se tejían infinidad de leyendas respecto a él.

Su trabajo era guardarlo de personas indeseables que arrojasen basura o desechos, estaba prohibido sumergirse en él.  A Nicté –Ha que siempre portaba un huipil blanco, y una corona de azares en su bello pelo, que caía espléndidamente, sobre su espalda, resaltando su belleza, le impresionaba y atraía, sumergirse en sus aguas, mas como era prohibido no lo hacía, se recostaba en tapetes hechos de bambú, que crecían alrededor del cenote a descansar.

Un día estando recostada, escuchó pasos, se incorporó lentamente y vio a un joven muy apuesto, con una hermosa túnica azul turquesa, con brazaletes de oro y plata engarzados con bellas piedras preciosas, como esmeraldas y rubíes, por su apariencia debía ser alguien importante. – Pensó Nicté –Ha, el joven llegó solo y al ver a la joven mujer, se acercó a ella.

¿Quién eres? --- preguntó el joven. --- Me llamo Nicté –Ha – respondió la joven, vaya…. Qué hermoso nombre.  Nicté era muy tímida y no sabía más que decir, el joven le dijo, ---aunque no me preguntaste, te diré el mío, yo me llamo Xochiquetzal, soy el príncipe heredero de estas tierras, y sentí deseos de venir al cenote, de niño, mis padres me traían a pasear, pero con las ocupaciones del reino, no había podido despejar mi mente. Qué bien – comentó Nicté-Ha, yo soy la guardiana del cenote, he vivido parte de mi vida cuidando este cenote, desde que mi padre murió, pues él era el guardián y me heredó esta misión la de custodiar el cenote sagrado. Mas sin embargo a veces me enfado, me paso los días rondando alrededor de él, sin la esperanza de sumergirme en sus profundas aguas y misteriosas, que me invitan a hacerlo.

No salgo a ningún lado, mi mundo está aquí, conozco como la palma de mi mano todo el lugar, los alrededores, los árboles que crecen y florecen cada año, los pájaros hermosos que con su canto me arrullan y embelesan, los reptiles que se arrastran y me dan tremendos sustos, las arañas, las hormigas, que he llegado a observarlas y me maravillo de la organización tan grande que tienen, como se comunican con sus antenas, lo afanosas que son para llevar comida cuando se acerca el invierno. Y esas bellas flores que flotan en el agua que se llaman como yo, los cisnes que aparecen cada año; en fin aquí he pasado mi vida y aquí estaré por siempre, esa es mi misión.

Xochiquetzal embelesado escuchaba a Nicté-Ha, le sorprendía todo el conocimiento que tenía del lugar, y a la vez le entristecía saber que su padre le había heredado ese trabajo, el de guardiana del cenote, que injusticia - - -decía una bella flor marchitarse en este hermoso lugar, pero solitario para vivir en él.  Se retiró despidiéndose amablemente, prometiendo volver.

Pero pasaron los días y Xochiquetzal no aparecía Nicte – Ha, se había enamorado del príncipe y esperaba con ansia volver a verlo.  De pronto se escuchan voces, era todo un séquito de personas de la realeza, ricamente ataviados, con túnicas brillantes y plumas de quetzal.  Las joyas eran resplandecientes de oro, plata y filigrana, los hombres con hermosos penachos adornando sus cabezas, las mujeres ricamente ataviadas con sedas finas y rasos importados de la India, con brazaletes dorados y plateados, peinados exóticos y una altivez que hacía notar su arrogancia, más ninguna de ellas lograba opacar la belleza de Nicté –Ha.  Xochiquetzal iba acompañado por todas esas personas, les había contado de la joven y del cenote, quisieron ir a verlo, pero como nada les entusiasmaba, pronto se aburrieron y decidieron irse.

Xochiquetzal, les dijo --- adelántense luego les alcanzo, lo hizo para quedarse a charlar con la joven, que emocionada no podía ocultar su alegría y entusiasmo de volver a verlo. El sentía lo mismo, una gran atracción hacia Nicté –Ha, pero se frustraba, pues sabía que nunca podría casarse con ella, pues ya estaba destinado con quien se casaría, además quién resguardaría el cenote sagrado.  Nicté –Ha sin conocer los pensamientos del joven, solo acariciaba unas flores que acababa de cortar, acercándolas a su nariz, para percibir su maravilloso aroma.

El joven se acercó a Nicté, diciéndole lo que su corazón sentía ---Nicté estaba radiante.  ¡No lo podía creer! ¡Un príncipe enamorado de ella! Más la niebla opacó su hermosura al comprender su situación, ella no era digna de casarse con él, además quien cuidaría el cenote esta era una misión que se pasaba por generaciones, ella no tenía a quien dejarle esa responsabilidad.

Se retorcían sus manos de dolor, el príncipe le acarició el cabello, tratando de buscar una solución, hablaron con Chactezietzib el brujo Maya más poderoso del reino, le dijeron que estaba muy enamorados que deseaban pasar la vida juntos, que les aconsejara qué hacer para lograrlo.

El brujo se sorprendió, no sabiendo que contestar, sin embargo –les dijo que consultaría las estrellas y el oráculo, que pronto les daría respuesta.  La novia del príncipe se enteró del amor del joven hacia Nicté –Ha, con furia tramó hacer lo peor para Nicté –Ha consultando a una hechicera famosa llamada Mayahuel, quien dijo que el brujo mayor ya estaba preparando algo --- que sería difícil competir con él. Pues era más sabio que ella y con más autoridad en el reino que ella. La novia de Xochiquetzal, no podía tolerar que le robasen a su prometido y haría hasta lo imposible por impedirlo.

Nicté y el joven príncipe, se la pasaban largas horas contemplando la luna reflejada en el cenote, conversando y profesándose su amor, la hechicera Mayahuel comenzó a espiarlos y buscar la manera de dañarlos.  Nicté-Ha sintió la presencia de la hechicera que se había convertido en lechuza, para pasar desapercibida, más Nicté que conocía todos los animales la notó muy rara y extraña...

Qué ave tan rara. -- No la había visto antes, ---. le dijo al joven, Éste le dice... --- cómo puedes saberlo es de noche y todas parecen iguales, no—dijo Nicté --- yo las tengo bien identificadas, sé cuándo nacieron, donde anidan. ¿Tú crees amado mío ¿---Tantos años viviendo aquí. Lo conozco todo y esta lechuza, no me gusta y tomando una piedra la arrojó sobre ella, haciéndola que se fuera.

Mayahuel pensó –que no sería fácil acabar con la joven, pues era muy lista, tenía oídos y ojos muy atentos y agudos, tenía que pensar qué hacer. Se desplazó sigilosamente hacia su casa y se encontró con Chactezietzib el brujo mayor.  Sé lo que planeas --- le dijo ---Espero no tener que acusarte ante el grupo de hechiceros y que te exilien del reino. No podrás conmigo, el amor del príncipe y Nicté es verdadero y profundo y el amor prevalece ante cualquier adversidad---Le advirtió, así que aléjate de ellos o la pasarás mal.

Pero--- el príncipe ya estaba comprometido desde niño con la princesa Cipatli, --- Dijo Mayahuel , --- pues sí pero el amor es otra cosa y el príncipe quiere romper el compromiso, te pido no interfieras.  Alejándose Chactezietzib a toda prisa y muy enojado. Mayahuel se quedó temblando, pues sabía del gran poder que tenía y sobre todo de la autoridad que le habían conferido los emperadores supremos.

Cipatli desesperada lloraba amargamente en las piernas de su madre que trataba de consolarla sin conseguirlo, las mujeres estaban acostumbradas a obedecer de tal forma que aceptó totalmente su compromiso con Xocxhiquetzal y por su trato y galanura llegó a enamorarse de él. Pero el corazón del príncipe le pertenecía a Nicté –A la guardiana del cenote sagrado que jamás lo había visto y con una sola vez que lo vio le entregó su corazón.

Ellos recostados en la alfombra verde, rodeados por nenúfares y pajarillos gozaban de su amor, mientras la maldad se fraguaba sobre ellos. El Brujo mayor se entrevistó con otros brujos de alta alcurnia y sabiduría, no sabían qué hacer.  Se acercaba la fecha de la boda y Xochiquetzal no había roto el compromiso, pues no era aceptable y su padre lo desheredaría o sabrá Dios qué le pasaría.

La pareja de enamorados se embelesaba con su amor y solo pensaban en ello, nada les importaba, solo estar juntos y conjugar sus sueños.  Nicté deseaba tener un hogar, una familia, pues siempre había estado ahí, Xochiquetzal deseaba fervientemente hacer feliz a Nicté, enseñarle la vida del palacio, pasearla por los jardines, por los bellos canales, enseñarle a tocar instrumentos, pues amaba la música, llevarla de compras al gran mercado donde se vendía todo tipo de telas preciosas, joyas, frutos exóticos y bellos pájaros traídos de lejanas tierras.

¡Así soñaban entrelazando sus manos cuando se escuchan ruidos, era el padre de Xochiquetzal que alertado por la madre de Cipatli, había llegado lleno de furia! Separando a su hijo de Nicté ¡Que, en el forcejeo, cayó al agua, hundiéndose inmediatamente, todos sorprendidos ante lo sucedido, vieron arrodillarse al príncipe en amargos sollozos, cuando aparece flotando el hermoso huipil blanco y la corona de azares que adornaba su frente!  Pero de Nicté-Ha . . .nada.  ... Solo silencio sepulcral, y los sollozos desgarradores del príncipe, que en un arrebato de dolor y furia.  Se arrojó al cenote sagrado, hundiéndose también en él y desapareciendo al instante.

Asustados y doloridos los padres del príncipe no sabían qué hacer, llegó Chactezietzib y les dijo---Ahora son felices, ¡su amor pudo más que todo lo malo que quisieron hacerles y de pronto! ¡Tomados de las manos Surgen del agua los jóvenes, en un gran espectáculo! ¡Maravillados y riendo felices, pues juntos se encontraban ahora dentro del cenote sagrado!

Se hundieron para siempre - - - y al asomarse al cenote aparecieron dos flores bellísimas, eran Nicté y su príncipe, que juntos estarían por siempre en ese sagrado lugar, esperando el milagro de que el brujo mayor, los regrese algún día a la forma humana y vivir felices en el reino de su padre. 
Tal vez. Algún día. Quizá. Pero la verdad Chactezietzib, no tenía idea de que haciendo solo una reverencia, se marchó ante los atónitos ojos del rey, la Reyna y Cipatli.

Y colorín colorado, este cuento, se ha terminado.

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