Tepic, Nayarit, martes 07 de mayo de 2024

Un triste caso que al parecer sigue y seguirá impune

Sergio Mejía Cano

25 de Mayo de 2023

El día de ayer, 24 de mayo, se cumplieron 30 años del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en el aeropuerto internacional de Guadalajara, asentado en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco. Y, si bien se dice que ya lo pasado, pasado, el hecho es que, según muchos analistas, deudos y algunos sectores de la sociedad, aún se sienten abatidos porque aducen que este asesinato sigue en la vil impunidad.

Desde luego que a pesar de pasados ya 30 años, siguen las especulaciones respecto a las causas que generaron este hecho, porque no se ha dado una información veraz y contundente que den fe de la verdad de aquellos tristes y lamentables acontecimientos.

En su momento se informó que el cardenal Posadas Ocampo había sido víctima debido a una confusión, que estuvo en el lugar y momento equivocado mientras grupos criminales ajustaban cuentas entre sí; sin embargo, al paso del tiempo y, obviamente a las horas de este homicidio, la confusión entre la información de el posible fuego cruzado, dio un giro cuando el entonces médico forense, don Mario Rivas Souza, dijo abiertamente que los disparos al cardenal no habían sido directos, sino “directísimos”, ya que el carro en que se desplazaban el cardenal y su chofer, Pedro Pérez, tenía más de 23 impactos de bala de alto calibre, además de que el cuerpo de Posadas Ocampo, tenía los impactos disparados a menos de un metro de distancia.

El reportero de notisistema.com, José Luis Jiménez Castro, trasmitía en aquel tiempo para un programa en “Radio Metrópoli”, denominado “Las calles de la metrópoli” fue, si no el primero sí uno de los primeros reporteros en llegar al lugar de los hechos refiriendo detalladamente la ubicación del vehículo y la posición en la que habían quedado los cuerpos del cardenal y su chofer, así como los impactos de bala recibidos, además de los carros que se encontraban detrás del del cardenal, contándolos uno a uno y, al llegar al número siete, encontró otra persona masculina sin vida, así como otra tirada a la entrada de la sala de espera del aeropuerto. Entrevista a las personas del carro detrás del del cardenal; pero las personas entrevistadas dicen no haber visto nada porque en cuanto empezó la balacera se agacharon dentro de su mismo vehículo.

Este reportaje lo revive José Luis Jiménez Castro ayer mismo en notisistema.com, en donde rememora aquel fatídico día para el cardenal Posadas Ocampo, para la Iglesia Católica y, por ende, para su feligresía.

La noche, después de este asesinato, el entonces procurador de la República, doctor Jorge Carpizo MacGregor, apareció en televisión abierta (la noche del Nintendo de Carpizo, se le llegó a decir), presentando unas imágenes animadas por computadora dando a entender que el cardenal había sido víctima de fuego cruzado, resaltando imágenes de unos tipos balaceándose con el carro de Posadas Ocampo en medio de la balacera. Hace referencia de cómo ingresa al estacionamiento del aeropuerto el carro que traslada al cardenal, el momento en que se estaciona y el comienzo del enfrentamiento entre los supuestos grupos del crimen, aparentemente antagónicos entre sí.

Obviamente que el doctor Carpizo no habla para nada de lo dicho por el médico forense de Jalisco, don Mario Rivas Souza, quizás para que no le tumbara lo que estaba afirmando en su información mediática.

Hoy en día la Jerarquía Católica en el estado de Jalisco sigue montada en su macho afirmando que lo más probable fue que la muerte del purpurado fue un crimen de estado, sobre todo el cardenal emérito y que fue el que sustituyó a Posadas Ocampo: Juan Sandoval Íñiguez quien, por cierto, prácticamente desde que sustituyó al cardenal asesinado, se pronunció con sus sospechas respecto a lo sucedido.

Lo que también es un hecho es que, por la falta de información verídica y lo más apegada a la realidad de aquellos acontecimientos, es lo que ha dado pie para que las especulaciones sigan y sigan, sobre todo por la información que se dio en su momento, así como testimonios de gente que estuvo presenta ese día en el aeropuerto, respecto a que si bien Posadas Ocampo había ido a recibir al entonces nuncio Girolamo Prigione, el avión en el que había llegado el nuncio ya había aterrizado; sin embargo, jamás descendió del mismo, volviendo a despegar ese avión después de ocurridos los hechos. Y algunas personas que iban a viajar o que habían llegado dijeron que unos policías las habían encerrado en los baños poco antes de que iniciara la balacera.

Sea pues. Vale.

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