Tepic, Nayarit, viernes 03 de mayo de 2024

Presentación del libro “Mejor no, porque se me olvida Tepic…” de Magda González Robles.

Raúl A. Méndez Lugo

27 de Octubre de 2023

De repente se comunicó conmigo mi querida amiga Dorita González, conocida promotora de la cultura gastronómica de Nayarit, con especialidad en vinos locales, nacionales e internacionales, me pidió que organizáramos la presentación de un libro en alguno de los municipios del Sur de nuestro hermoso estado, cuya autora era precisamente su hermana Magda González Robles, radicada en Cuernavaca, Morelos, después de comunicarme con los tres municipios (Ixtlán del Río, Ahuacatlán y Jala), se logró con nuestra amiga Teresa Carrillo Santana, Presidenta del Patronato de la Casa de la cultura de Jala, realizar este maravilloso evento. Este interesante libro, que ya se presentó en Tepic con mucho éxito, pero que, sin duda por mis múltiples ocupaciones en los municipios de nuestro estado, no pude asistir en esa ocasión, sin embargo, el destino me llevó a estar aquí con todos ustedes para presentarlo personalmente, para mí es un honor y agradezco infinitamente la oportunidad de expresar mis opiniones, pues como todos saben, mi mayor pasión es la historia, la cultura y las tradiciones que nos dan identidad a todos los nayaritas.

En este libro que Magda González escribió, se podría decir que es una crónica autobiográfica, pero también es una historia de vida, es un relato literario, es una contribución muy importante a la historia de Tepic y otros lugares de nuestro estado.

Cuando uno sugiere a los amigos y amigas que debemos escribir nuestras memorias en algún momento, lo decimos porque la memoria personal es parte de la memoria colectiva de un pueblo, desde hace mucho tiempo existe esta profesión de la crónica histórica y literaria, desde aquellos hermosos códices de la época prehispánica que aún se conservan en los museos nacionales y otro tanto en museos de otros países, las crónicas que escribieron los acompañantes de los “invasores españoles”, los frailes y viajeros de la época virreinal, son maravillosos ejemplos de un legado muy valioso que nos dejaron a las generaciones posteriores, hasta nuestros días.

Con el tiempo se profesionaliza el quehacer del historiador, del cronista y los especialistas de la cultura, la naturaleza y de las ciencias en general, hoy en día no existe tema que no podamos consultar en bibliotecas, archivos, hemerotecas, fototecas y mapotecas, pero sobre todo en la grandeza y la profundidad casi infinita del universo de la tecnología digital y el ciberespacio.

“Mejor no, porque se me olvida Tepic”, así tituló a su libro Magda González, impreso el año pasado 2022, por Nous Editores, de Cuernavaca, Morelos, son 206 páginas de texto y algunas imágenes que ilustran el contenido del libro, el cual comprende 9 apartados con un total de 75 temas abordados en sus páginas, es una hermosa remembranza que hace Magda González de aquel Tepic de los años 50, desde su tierna edad de una niña y que ahora al pasar los años, nos demuestra que tiene muy buena memoria.

Uno que ha andado por todo el estado y con ojos de antropólogo social y un tanto de historiador, es conmovedor leer cada recuerdo que escribe nuestra autora, porque tal vez en distintas épocas hemos pasado o vivido de alguna forma por esos lugares que se mencionan, pero no solo eso, también nos recuerda la forma de ser, de pensar y el modo de vida de los protagonistas que van apareciendo a lo largo de la lectura de este hermoso libro de nuestra querida escritora, que por cierto, estudió la carrera de sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Ni crean que les voy a contar todo lo que incluye el libro, pues tienen que leerlo, pero quiero adelantarles que todo inicia con los relatos familiares allá por los años 50, cuando Magda era una niña, viviendo sus primeros años en un apacible pueblito que todos conocemos como Estación Ruiz, pero que antes de su fundación con la llegada del ferrocarril en la primera década del siglo XX, era un ranchito llamado “Los Limones”. Al parecer ahí la familia creció con el cobijo de Dios, en una foto podemos observar a los papás y cuatro niñas, que, sin duda, fueron naciendo una tras otra, para cerrar la fábrica con un varoncito, eso entendí… tal vez hubo más.

A lo largo de los apartados que conforman el libro, Magda González, va escribiendo sus recuerdos, pareciera que van saliendo de su memoria sin ningún orden, pero los recuerdos se convierten en palabras y éstas en pequeñas historias, como cuando habla de su papá y su origen, de la Estación Ruiz o como dijo un hombre, “la Estación del Calor”, donde el termómetro marcaba 40° casi todo el año, y como no cambiaba la autora dice que parecía como si estuviera pintado.

De esa manera, el libro se va leyendo rápidamente historia tras historia, algo interesante de la lectura es la gran cantidad de datos históricos que nos aporta del acontecer histórico de México y de Nayarit, como es el caso de las niñas preguntonas que querían saber de todo, por ejemplo, cuando salían de paseo con su papá, de repente por la carretera vieron el letrero por la carretera que anunciaba el pueblito llamado H. Batallón de San Blas, ante la pregunta por qué decía ese nombre, daba motivo para que don Jesús, papá de Magda, les contara toda una historia de la intervención norteamericana de 1847 y el papel heroico que jugó el H. Batallón de San Blas, sus hazañas y los personajes que ahí participaron, de verdad que la lectura del libro nos permite aprender o recordar estos importantes pasajes de la historia de México.

Como dije antes, son 75 temas que nos comparte Magda González a lo largo de su libro, entre ellos podremos leer algo sobre la hacienda de Miravalles, la ciudad limpia de Tepic, el parque La Loma, la Cruz de Zacate, las Serenatas, los Domingos, las huertas de mangos, la Tovara, Mexcaltitán, Puerto Vallarta y hasta sucesos cuando atacó el paludismo. También aborda algunos personajes típicos de Tepic, como la Concha moños, el loco Carpena, la diputada, el comunista y la llorona. No podía faltar el apartado de la gastronomía que titula “Manjares para el paladar”, ahí nos relata sobre el famoso Ante, las guayabas, el istete, los camotes cocidos, las tortillerías, el tejuino y las famosas galletitas duras.

En los últimos apartados, nos cuenta sin desaparecer el buen humor y las múltiples anécdotas vividas personales y en familia, sobre su etapa educativa, ahí aparece el Colegio México, la semana santa, la democracia familiar, la secundaria para señoritas Presidente Alemán, sobre un accidente que les cambió la vida, la cocina y la navidad; tampoco van a faltar episodios que la autora sólo puede contar y que, seguramente, sus padres, hermanas y amigos cercanos, recordarán con nostalgia, alegría o tristeza, pero al fin y al cabo, es como volver a vivir para nunca olvidar, como los temas del ambiente familiar, Nacho, el motor de la casa, los clubes de la familia, la orquesta tropical, las fiestas y los fuereños, la radio, el cine y la televisión, la cruz roja y la iglesia del Carmen.

Algo que no puedo dejar de mencionar, es un hermoso tema que aborda en el tercer apartado que tituló “Jala y sus elotes”, que le dedica nada más ni nada menos que cuatro páginas, cuando menciona la gran producción agrícola que se registró en 1953, cuando don Jesús, papá de Magda González, fue gerente del Banco Ejidal, participando ese año en una gran exposición agrícola en la ciudad de México, para ello visitó Jala para buscar la mejor milpa, encontrando una espiga o caña de maíz que desenterró y transportó en el capacete de un autobús de pasajeros hasta la capital del país, cuenta que la espiga medía 4 metros de altura y los elotes 68 centímetros con sus 16 carriles de granos grandes y muy bonitos, ganando todos los premios, cuando esa milpa se secó y los elotes se convirtieron en mazorcas, se llevó a otra exposición en los Estados Unidos donde no encontró rival que pudiera vencerla.

Lo anterior provocó que Nayarit y Jala se hiciera famoso a través de los periódicos y revistas como el maíz y los elotes más grandes del mundo, a partir de ello empezaron a llegar técnicos y científicos nacionales y extranjeros, que, aunque quisieron reproducirla en otras partes la semilla del maíz criollo raza Jala, no se pudo lograr de igual manera, con ello se demostró que la clave estaba en la tierra arenosa del llano de Jala, proveniente del volcán Ceboruco.

En ese mismo tema de Jala, se menciona la basílica lateranense de nuestra señora de la Asunción, donde están pintados en la cúpula los cuatro doctores de la iglesia: San Cosme y San Damián. De origen armenio; los otros dos doctores de la iglesia son de la fe y de la espiritualidad, San Agustín y San Ignacio de Loyola, entonces aparece como anécdota milagrosa que la Sra. Lupita, la mamá de Magda González, les pidió a los doctores que no quedara ciega su hija, o sea Magda, dejando como ofrenda unos “ojitos de plata” y asistiendo a su fiesta cada año.

Por último, quiero decirles que el libro me encantó, como antropólogo e historiador se los recomiendo ampliamente, aquí vine a contarles de manera general de lo que se trata, pero me fue imposible, aunque quisiera, compartirles tantas anécdotas y recuerdos que ahí quedaron plasmados como una buena manera de rescatar la vivencia personal y la memoria colectiva de los nayaritas, solo me resta decir…

Felicidades Magda González, agradecidos con todas y todos los organizadores de este magnífico evento en la Casa de la Cultura de Jala, gracias al H. XXXIX Ayuntamiento de Jala, a la Crónica de Nayarit A.C., al Consejo Ciudadano del Ecomuseo de Xala-Xomulco, al Comité del Pueblo Mágico de Jala y a la Red de Ecomuseos y Museos Comunitarios de Nayarit.

Muchas gracias


Casa de la Cultura de Jala, Nayarit.25octubre23Por Raúl A. Méndez LugoCoordinador de la Red de Ecomuseos y Museos Comunitarios de Nayarit, ONG e integrante del Consejo Directivo de La Crónica de Nayarit A.C.

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