Apuntes para la arquitectura histórica de Nayarit

ENCICLOPEDIA DE MÉXICO, VERSIÓN 2004

ANTROP. RAÚL A. MÉNDEZ LUGO

COMPILADOR

(Primera de dos partes)

Del siglo XVI solamente quedan en Nayarit unas gárgolas en la nave del templo de Jomulco, pueblecito inmediato a Jala, y una ventana plateresca en el de Compostela; y del XVII, algunas cruces atriales, aunque pobres. La más interesante es la de Mexpan, cerca de Ixtlán del Río: de base muy simple y formada por balaustres a modo de cruz griega, cuyo mástil se alarga en una columna de fuste acanalado, convirtiéndose en cruz latina. En Zapotanito, en las inmediaciones de Santa María del Oro, hay otra muy sencilla, con un bajorrelieve de motivos vegetales en los brazos y un ingenuo cordero en lugar de tarja. La de Ixtlán del Río es lisa y lleva la fecha 1629 inscrita al pie del vástago.

El más interesante templo barroco del estado es el de Huajicori, donde se venera una imagen de la Virgen hecha de pasta de caña de maíz, muy semejante a las de Zapopan y San Juan de los Lagos. En 1585 fray Andrés de Medina entró en la región y congregó un pueblo al que llamaban Milpillas de don Alonso, donde se levantó un templo bajo la advocación de San Diego. Cuando fue segunda vez guardián del convento de Acaponeta, fundó el convento de Quiviquinta (1600), desde el cual los religiosos emprendieron sus misiones. Durante algún tiempo lo administraron desde Acaponeta, hasta que en 1607 fue designado primer guardián fray Miguel de Uranzu, quien edificó un convento que subsistió hasta 1617, cuando lo incendiaron, junto con el templo, los indios tepehuanes y coras. El entonces guardián fray Antonio Ramos pudo retirarse a Acaponeta, llevando los ornamentos y los vasos sagrados. La incipiente fundación quedó abandonada hasta 1621, en cuando el provincial Pedro Gutiérrez envió a fray Marcos de San Juan para que tratase de pacificar y reducir a aquellos indios. Cuando éste llegó a Quiviquinta no le pareció que fuese un buen lugar, pues estaba en “tierra áspera, fragosa y poco segura”, y escogió en cambio el pueblo de Huajicori. Autorizado para ello, instaló ahí la casa y misionó dos años. Fue sustituido por fray Francisco de Fuentes, quien acabó de asentar a los naturales. Según Ornelas, fue este religioso quien llevó la “milagrosísima imagen” de Nuestra Señora, la cual es “del mismo tamaño que las dos que están ya en poder de los señores clérigos: San Juan y Tzapopan; muy parecidas no sólo en los milagros, sino en ... los rostros y en ser todas tres franciscanas”. La de Huajicori es muy venerada en el norte del estado y en el sur de Sinaloa. Se aloja en un templo barroco, de fachada casi lisa y portada labrada de dos cuerpos. El vano de acceso está flanqueado por dos columnas acanaladas, cuyas estrías se interrumpen casi a la mitad del fuste por un anillo fitomorfo. En las enjutas van relieves y el entablamento sostiene un ático con motivos vegetales. La ventana del coro presenta un arquito volado y, a los lados, nichos con esculturas y sendas columnas casi salomónicas. El remate, de línea movida, lleva un nicho que aloja una escultura de la Virgen María. La torre es de dos cuerpos; el primero, con los campaniles flanqueados por columnas salomónicas. El cubo lleva en el ángulo, a manera de atlante, una pesada escultura que acaso sea de San Cristóbal, como en Santa Mónica de Guadalajara. La pila bautismal y la puerta del costado son de gran interés.

Continuará