Tepic, Nayarit, jueves 18 de abril de 2024

José Luis David Alfaro, luz y guía

Oscar González Bonilla

26 de diciembre de 2020

A José Luis David Alfaro conocí cuando lo ingresaron a la escuela “Gabriel Leyva” de Tepic para cursar los últimos años de educación primaria. Venía procedente del Colegio Colón, mismo que tuvo que abandonar al parecer por dificultades en el pago de colegiatura.

En grados de quinto y sexto, José Luis destacó sobre todos los demás alumnos por su inteligencia, capaz de resolver con atingencia los cuestionamientos que por costumbre hacia la directora de la “Gabriel Leyva”, María de Jesús Soberano Hernández, cuando sin previo aviso al maestro titular asumía la conducción de los grupos para exponer conjunto de conocimientos sobre la enseñanza elemental, y enseguida, con base en ello, poner a prueba  capacidades de entendimiento de los alumnos mediante preguntas.

En esa etapa jamás imaginé que habría de entrelazar diversos aspectos de mi vida con la de José Luis David Alfaro.

Al paso del tiempo por las malas lenguas me enteré que David Alfaro nació por la relación que su progenitora tuvo con un cura de la religión católica. Precisamente el sacerdote dirigía ritos religiosos en el templo de Ruiz, lugar de Nayarit donde José Luis salió del vientre de la madre. Un personaje muy cercano a los Echevarría me comentó haber conocido a la mamá de Alfaro. Me dijo que en Tepic era famosa con el sobrenombre de “La Payasa”, mismo que utilizaba en las funciones de lucha libre en las que participaba como estrella del pancracio.

Nada se sabía de su origen, y muy poco de sus principios. Muy joven, Alfaro formó parte del cuadro de reporteros del diario vespertino El Nayar que tenía como director a don Antonio Pérez Cisneros, y éste como brazo derecho a su hermano Miguel. Luego entonces, José Luis David Alfaro tomó la decisión de ir a la capital del país para cursar estudios de Medicina en la UNAM.

Por allá nos topamos. Un grupo de compañeros en el que se hallaban Andrés González Reyna, Francisco Cruz Angulo, Emilio Valdez Hernández, Maximino Hernández Rodríguez, José Benigno Mora Nungaray, entre otros, hicimos tres años de estudios en la Preparatoria Del Nayar, fundada por la Logia Masónica de Nayarit y que consiguió su registro e incorporación a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tuvimos la oportunidad de hacer examen de admisión y acreditar el ingreso a la reconocida institución educativa.

En el Distrito Federal vivimos en casa de la calle Camargo 10 de la colonia Condesa, edificio que fue prestado por su propietario Sergio “El Chivo” Naya, el cual congregó estudiantes nayaritas, incluido José Luis David Alfaro, que al tiempo nos organizamos en Comunidad Universitaria Nayarita (CUNA). Recuerdo que Alfaro era muy bueno para cocinar, hacía desayunos exquisitos con huevos como materia prima. Seguro que las condiciones de orfandad obligaron la enseñanza de aderezar alimentos. Alfaro salió de esta casa cuando logró trabajo en una empresa productora de medicamentos para irse a departamento que rentó por  cuenta propia. Un día a sus amigos de mayor cercanía él nos llevó a conocer su nueva residencia. Traigo a la memoria que en un mecate tenía colgados trozos de carne seca.

Alfaro concluyó estudios de Medicina Humana, pero también casó con Mary Pineda a quien conoció en sus andanzas por las colonias del entonces Distrito Federal. Inquieto, participó en acciones de carácter político. Tuvo estrecha relación con Hugo Cervantes del Río, para entonces director de la Comisión Federal de Electricidad, pero con pretensiones de ser presidente de la república. Para promover la figura política de Cervantes del Río regresó a Nayarit, misión en la que le acompañaba Francisco “Kiko” Sandoval Torres.

Alfaro rentó casa por la calle Mina al poniente, donde se instaló con todo y familia primeros años luego de su regreso del D.F. Nunca se desligó de los Pérez Cisneros, pero tampoco del periódico. Ubicó su consultorio precisamente en altos del local, asiento de El Nayar.

En 1981 arribó como gobernador de Nayarit Don Emilio M. González Parra. Al poco tiempo decidió que el titular de Prensa de su gobierno fuera electo mediante el voto de quienes conformaban el gremio periodístico de la entidad. De esta manera fue como José Luis David Alfaro triunfó por tan sólo tres votos de diferencia ante Zeferino Sandoval Lara, reportero de Diario del Pacífico. Este acontecimiento tuvo lugar en el casino del Club Río Ingenio en la capital nayarita. Alfaro fue víctima de la grilla periodística, sobre todo de directores de medios, inconformes con el actuar del doctor. Fue razón por la que Don Emilio decidió sustituirlo, con la aprobación mayoritaria de periodistas, por José Torres Zamora “El Cocoy” a más de un año del término de su mandato.

En 1987 el doctor Alfaro era entonces el Secretario de Información y Propaganda del comité directivo estatal del PRI, siendo presidente Alejandro González Sánchez, a quien motejaban como “La Marrana”. Alfaro me invitó a ser su subsecretario, y me aseguró que el profesor Alejandro estaba de acuerdo en que se me asignara el cargo en Información y Propaganda. De esta manera Alfaro se deshizo de Gonzalo Gutiérrez Langarica, quien ocupaba la subsecretaría, pero se convirtió en estorbo para Alfaro.

En enero de ese año procedente del D.F. llegó a Tepic Celso Humberto Delgado Ramírez como candidato del tricolor a gobernador de Nayarit. Alfaro poco asistía a la oficina partidista (Durango y Morelos), por lo que me correspondió conversar con el candidato cuando pidió le acercaran al encargado de Información y Propaganda. Allí Celso tomó la determinación de otorgarme el cargo de coordinador de medios locales para su campaña, casi de seis meses.

En 1997 Alfaro ya como director general de Meridiano de Nayarit me dio trabajo como reportero de su medio. Fue entonces que en acción consensuada me asigna como reportero a la campaña del doctor Miguel Ángel Navarro Quintero, candidato del PRI a diputado por el tercer distrito electoral federal. Este con gusto aceptó la propuesta, sin embargo, en fecha posterior me invitó a ser el coordinador de medios de su campaña. Cuando se tiene buenos dientes, la sonrisa se pone de manifiesto.

Entre 1998-1999 como director de Meridiano, Alfaro me obliga a aceptar la propuesta del general del ejército Álvaro Vallarta Ceceña como responsable de información de su precampaña. Pretendió ser candidato del PRI a gobernador de Nayarit. Esa misma posición además la añoraban entonces otros siete destacados militantes priistas.

Alfaro tuvo capacidad e inteligencia para durante años innovar en todos sentidos el periódico Meridiano de Nayarit, razón más que suficiente para hacer sociedad con Antonio Echevarría Domínguez e hijo, quienes le inyectaron recursos económicos al medio de comunicación escrito. Incluso el médico integró la célula de comunicación social que con anterioridad a la campaña política de 2017 trabajó en favor del actual gobernador de Nayarit, Antonio Echevarría García.

El doctor Alfaro, mi compadre por bautizo de una de mis hijas Nonantzin Elizabeth, un día que platicábamos juntos me manifestó: “Mira, compadre, yo ya soy millonario. Tengo muy poco de qué preocuparme”. Lo expresó con dejó de presunción. En mi interior más que envidia, razoné que lo tenía bien merecido por el constante esfuerzo que desde niño realizó para sobrevivir.

Cambió diametralmente su posición económica y social. Pero se convirtió en persona insolente, a sus más de setenta años se tiró a la vida disipada. Bebía alcohol y consumía alimentos a Dios dar, sin importarle para nada su condición de salud diezmada por la diabetes.

Hay mucho más que contar, pero este no es más que un episodio de la novela de su vida. A los 73 años de edad descanse en paz el doctor José Luis David Alfaro, luz y guía de muchos.

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