Tepic, Nayarit, martes 23 de abril de 2024

El impacto del pacto por México

Octavio Camelo Romero

19 de septiembre de 2013

El país no parece “sosegarse”. Algo no anda bien porque a pesar de las desgracias provocadas por el “mal temporal” las protestas y señalamientos de inconformidad no cesan. A partir de esa premisa surge la primera interrogante: ¿Qué es lo que está en crisis en México?

Sin buscar mucho se ven en crisis todos los partidos políticos, los sindicatos gubernamentales, las iglesias de los distintos cultos religiosos, las escuelas o instituciones educativas de todos los niveles, las cámaras de diputados locales y federal, la cámara del senado de la república, la legislación, la administración de la ley, la burguesía, los trabajadores, etc. Da la impresión que todo está en crisis. Las instituciones de dominación del capitalismo mexicano están en crisis. Hasta el Ejército Mexicano ha entrado en crisis o el expresidente panista lo puso en crisis.

No olvidemos que México es tan sólo un eslabón del encadenamiento mundial del capitalismo. El capitalismo ha tejido un entramado social a nivel mundial tal que lo sucedido al otro lado del mundo repercute casi instantáneamente de este lado. Esta es una característica que no tenía el capitalismo de finales del siglo XIX ni el de mediados del siglo pasado. A esta situación se debe que algunos teóricos de los ayeres no reflejen en su teoría los problemas de nuestra época, y por lo tanto, no se puedan tomar sus formulaciones de manera dogmática, acrítica. Es natural que haya habido interpretaciones parciales del capitalismo en general y del “imperialismo” en lo particular. Pero de esto no se sigue que todo lo dicho pierda validez para el presente.

Lo adecuado es volver a la realidad empírica  y reinterpretar los fenómenos actuales. De esa forma la teoría se hace contemporánea. Bajo esta perspectiva  entonces el “imperialismo” en tanto “superestructura” perfectamente se puede definir como “política bélica” para garantizar los intereses del capital mundializado.

La mundialización del capital hace que la crisis de un país se convierta inmediatamente en crisis del planeta. Y la solución a dicha crisis involucra por lo tanto a más de un país. En este tenor la solución a la crisis de Japón, EE. UU, o la Unión Europea puede localizarse en ciertos países “emergentes” o países “habidos de desarrollo económico” como los países latinoamericanos y del Caribe. Pero para eso se requiere la adecuación requerida por el capitalismo mundial. Precisamente en esa fase se encuentra el país y por ello las Instituciones de dominación tienden a renovarse y a provocar las crisis que se están viendo.

En México hasta el momento no está definido el Modelo de Nación que se aspira a construir en los próximos años. Los dirigentes de los partidos políticos PRD, PAN y PRI se han reunido con el presidente Enrique Peña Nieto y han firmado un pacto para transformar al país. Lo único que le falta al pacto es delinear al país que se pretende, o sea, determinar el modelo de nación como meta de dicho pacto.

No es un problema de olvido. Se está ante un problema de fondo de cada uno de los partidos. Hay incongruencias entre los documentos básicos de los partidos y las condiciones reales de vida de los mexicanos. Los tres partidos del pacto por México no han sido exitosos en la adecuación de sus Documentos a los requerimientos del capitalismo mundial. Dicho capitalismo no únicamente está desbaratando las barreras para el comercio entre los países. También está destruyendo las Instituciones nacionales o por lo menos las está subordinando a Instituciones multinacionales. Dentro de esta perspectiva está creando estados supranacionales. La ONU como estado mundial ha quedado rebasada y por eso se están creando estados regionales. En Latinoamérica se tienen varios además de la CELAC. Está el Mercosur, los centroamericanos, etc.

Sin embargo estas transformaciones requieren de adecuaciones de las Instituciones nacionales. Los partidos políticos tienen necesariamente que transformarse para transformar al país. Aquí se hizo al revés. Por eso se espera la llegada de una cruzada modificadora de los partidos para legitimar las transformaciones nacionales que proponen sus dirigentes. Lo curioso es que tales propuestas no dicen que se va hacia la mundialización del capital. Y menos se dice que todos van hermanados en esa cruzada al servicio del Capital. Este no es un asunto moral. No se trata de si es bueno o malo.

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