Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

Buena y sabia decisión al quitar los vidrios polarizados del transporte urbano

Sergio Mejía Cano

25 de junio de 2020

El ingeniero tapatío Enrique Flores Tritschler (1932-2005), entre sus muchas actividades a lo largo de su vida, participó en programas de radio y televisión en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Y fue precisamente cuando participaba en el programa de Radio Metrópoli de Notisistema, “Entre bromas y veras”, con el periodista Jaime García Elías, que fueron invitados ambos, al programa de Nino Canún “¿Y usted, qué opina?”, que se realizó en Chapala, Jalisco, en donde se trató el asunto del lirio acuático que tanto ha perjudicado a ríos, lagos y lagunas en nuestro país.

En dicho programa, el ingeniero Flores Tritschler, mantuvo la expectativa del auditorio durante todo el programa, pues anunció que cometería un asesinato en televisión abierta y delante de quien lo quisiera ver. Y así se fue durante toda la trasmisión diciendo e insistiendo en cada corte del programa, que cometería un asesinato en público.

Ya casi al finalizar este programa, el asesinato que cometió el ingeniero Enrique Flores, fue echándole agua limpia a una “reina”, como también se le denomina al lirio acuático, diciendo a su vez que esa era la solución para acabar con tanto lirio que tapizaba gran parte del lago de Chapala, porque esta planta se nutría de agua sucia, de aguas negras y tóxicas que le llegaban al lago a través del río Lerma y otros arroyos que ahí descargaban sus corrientes. Así que si lo que se quería era limpiar las aguas del lago, bastaba con limpiar el agua que le llegaba mediante plantas de tratamiento o en su defecto, que se le exigiera a los demás estado por los que pasaba el río Lerma, que limpiaran en lo posible todas sus descargan que aventaban a dicho río.

Y también lo que llamó la atención cierta vez en su programa radiofónico de Entre bromas y veras, fue que acababa de llegar de un viaje de negocios a Hermosillo, Sonora, y que le había llamado la atención que con el crecimiento de la capital sonorense y la modernización, le sorprendió ver cómo estaban construyendo muchos edificios con prácticamente puros ventanales de vidrio, y si bien eran vidrios polarizados, era una incongruencia debido al clima extremadamente caluroso que se da en ciertos días del año en esa ciudad. La razón de esta incongruencia se debía, según el ingeniero Flores Tritschler, a que el vidrio deja entrar el calor, pero no lo deja salir, por lo que esos modernos edificios tendrían que gastar enormes cantidades de energía para mantenerlos frescos con el aire acondicionado. Y el ingeniero no hablaba sin conocimiento de causa, pues era experto en  materia climática, por lo que sabía lo que decía. Y además afirmó que no importaba que los vidrios fueran polarizados, ya que el efecto de dejar entrar el calor, era el mismo que si estuvieran claros los vidrios.

Al tiempo, al comentar lo anterior con otra persona conocedora del tema, me dijo que tenía razón el ingeniero Flores Tritschler, y respecto a la polarización de los vidrios, dijo esta persona que si bien no permitían que calara el Sol más directamente, el calor quedaba encerrado en un edificio o en algún vehículo que trajera esta clase de vidrios, que era más bien un efecto psicológico de protección contra los rayos solares, pero que el calor que emitían de todos modos pasaban por cualquier clase de vidrio.

Y allá como en los años 80 del siglo pasado, al igual que ahora aquí en Tepic, se anunció en Jalisco con bombo y platillo que se impediría que el transporte público trajera vidrios polarizados, porque bien podrían ir asaltando o violando a algún pasajero y nadie, al ver pasar una unidad con vidrios polarizados se podría dar cuenta; sin embargo, fue hasta hace relativamente poco tiempo en que ya todas las unidades del transporte urbano circulan con vidrios claros.

Es buena y sabia esta disposición de parte de las autoridades de vialidad, no nada más para que se vea el interior de los camiones y combis, sino también para que el pasaje se dé cuenta por dónde va circulando, y más en la noche, en que tiene uno que irse asomando por la ventanilla frontal, cosa que se dificulta más si va uno en la parte trasera de un camión, y desde luego si ya falla la vista o se padece de ceguera nocturna. Y también por la posibilidad de mirar a algún conocido ya sea a bordo de una unidad del servicio público o si va arriba, mirar a alguien por la calle. En sí, es una buena decisión que, ojalá y se cumpla de inmediato y no quede en pura intención, como tantas otras cosas que prenden y se apagan tiempo después.

Sea pues. Vale.

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