Tepic, Nayarit, viernes 03 de mayo de 2024

El indio Kikapúe que llegó de las nieves

Rocío Alegría Treviño (Cielo)

30 de Diciembre de 2022

Kitzi, era un joven Kikapúe, tenía un gran poder, decía que venía de las nieves, de las altas montañas de Canadá.  Platicaba con una joven hermosa que conoció en su largo camino, la había enamorado, con sus silbidos, unía sus manos y entonaba cantos y melodías para cortejar a la joven, ella fue seducida por el encanto del joven, que vestía pantalones holgados de una tela muy fresca, zapatos de gamuza, camisa blanca, un largo chaleco y chaparreras adornadas hermosamente con chaquira.

Era muy hermoso, de piel blanca, hermosos ojos azules y un cabello rubio ensortijado, alto, musculoso, de una bella sonrisa y bondad. Le decía a su novia Pihué, que ellos eran los escogidos de Kitzihiata, espíritu creador de todo lo que existe, pues que no habían perecido en el diluvio universal, que por ello tenían poder y magia.

Pihué , era también de la misma raza que él, pero era muy joven y desconocía la verdad sobre sus orígenes, Kitzi  le dijo que habían viajado desde las tierras más lejanas de Canadá, sin embargo actualmente vivían cerca  del estado de Coahuila, juntos habían recorrido un largo trecho para formar su propia familia, él le construiría su casa cuadrangular, con  troncos y carrizos, techo de petate abovedado, le pondría mantas y mosquiteros, dormirían sobre esteras de paja y dentro de la casa encenderían el fuego sagrado.

Estaban emocionados, seguían caminando, cuando de pronto, escucharon que alguien silbaba, ellos conocían ese lenguaje, les decían que no caminaran más, que, en ese lugar, debían construir su casa, pues el espíritu que les silbaba, había sido enterrado su cuerpo en ese lugar, que su espíritu se encontraba dentro del árbol bajo el que ellos se encontraban parados. Que él los protegería, les daría abundancia y prosperidad, que reinaría siempre la armonía y el amor en su hogar.  

Kitzi no sabía qué hacer, sentía algo extraño y deseaba saber por qué se sentía así, sin embargo, Pihué deseaba no caminar más y empezar a construir su hogar, estaba empeñada en quedarse ahí pues creía firmemente que el espíritu del árbol los cuidaría.  Sin embargo, Kitzi dudaba, pero por complacer a su adorada novia, ya esposa, se quedaron. Poco a poco construyeron entre los dos su hogar, Kitzi hacía gala de sus poderes acomodando troncos y carrizos rápidamente, era mágico, sólo se veían los troncos y carrizos volar, y encajar perfectamente donde debían.  En un santiamén estaba su casa rectangular terminada.

Pasaron su noche de bodas cómodos y felices, el fuego sagrado iluminaba la casa, llenándola de magia y calor, pues hacía muchísimo frío, los lobos aullaban por doquier, sin embargo, Kitzi arrullaba a pihue dándole seguridad. Se durmieron, al despertarse se quedaron sorprendidos, pues saliendo de casa donde construirían la cocina, se encontraron en un lugar inhóspito, árido, lleno de árboles secos y muertos, el árbol que habían visto y les había hablado, no existía.  Pihue asustada le dijo a Kitzi --- ¿Qué pasó aquí? ---No lo sé, debo investigar. --- comentó Kitzi.

Se metió a la choza a meditar y el fuego sagrado le empezó a mostrar que el espíritu del árbol que les había hablado, había sido de un hombre muy malo que asesinaba gente por placer, robaba y maltrataba a su familia, incluso los había asesinado y los espíritus malos habían secado y convertido esa tierra en algo horrendo.  Pero que, si él quería salvar esos espíritus del sufrimiento, tenía que sacrificar al Dios Kitzihiata, a su querida Pihue, salvando así a todos los demás y ese lugar renacería, como renace cada ser bueno que muere y al ser enterrado atrás de su casa, el árbol que plantan sobre su tumba, renace y se traspasa a otra dimensión, convirtiéndose en un nuevo ser, lleno de luz y amor.  Kitzi horrorizado, le dijo al fuego sagrado que no podía hacer eso, pues amaba tanto a Pihue, que solo deseaba continuar su vida con ella.

Pero es tu misión le contestó el fuego sagrado a través de movimiento y chispas, ----- debes salvar estos seres inocentes y al malvado, darle la oportunidad de que en otra vida cambie para mejorar, ser una persona buena, honorable y bondadosa.

Pihué esperaba fuera de la choza, sólo veía pájaros negros que revoloteaban a su alrededor, llenándola de miedo, algunos amenazaban arrojarse sobre sus bellos ojos color de esmeralda. Kitzi, salió de la choza, con el corazón deshecho, debía sacrificar a su bella Pihue a su Dios, para él continuar su misión por la que había venido a la tierra.  Lloraba sin cesar, alejándose de Pihue que desconcertada, sólo lo veía alejarse sin decirle nada.

Kitzi no podía hacer eso, se jalaba los cabellos con desesperación, estando en lo alto de una montaña, divisando el cielo inmenso y con el frío calándole los huesos, escuchó unos gruñidos, asustado volvió su cara encontrándose con un enorme oso que le gruñía y enseñaba sus afilados dientes. Kitzi desprevenido, pensó en hablar con el oso, pues sus antepasados decían que los osos eran sus protectores. ---Oye amigo----- dijo Kitzi –no me hagas daño, que yo no te lo haré.  Para su sorpresa, el oso se quedó mirándolo fijamente y dejó de gruñir.

Kitzi se tranquilizó, el oso comenzó a hablar: Sé lo que te aflige, soy tu protector y he venido a ayudarte. Pero --- ¿Cómo? ---Es mi destino debo sacrificar a mi amada Pihue para salvar esos seres y ese enorme bosque convertido en cenizas y horror. ---Lo sé ---le dijo el oso, pero puedes salvarte. He venido a hacerlo.  No – le dijo Kitzi nadie me puede ayudar, si no cumplo esta misión, me irá mal en la otra vida, y yo solo quiero llegar a se lo máximo en el cosmos, ser un ente lleno de luz, magia, poder.   Lo serás, le dijo el oso, y en un descuido se arrojó sobre él quitándole la vida.

Luego buscó a Pihue e hizo lo mismo.   El bosque reverdeció con un gran esplendor, los árboles se cubrieron de hojas y frutos, era un verdadero paraíso, pero en el bosque recién formado, tapizado por un bello césped, estaban los cuerpos de Kitzi y Pihue.

Había cantos bellos alrededor, silbidos mágicos, y en un rayo como arco iris, se veían las siluetas de Kitzi y Pihue, que, tomados de la mano, emprendían su nueva vida, hacia la eternidad, la verdadera vida. Ambos sonreían y eran acompañados por la familia del hombre malvado, que quedó atado al árbol hasta que encontrara la forma de resarcir el daño que había hecho.

Y colorín colorado este cuento, se ha terminado.

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