Tepic, Nayarit, sábado 27 de abril de 2024

Ruido de Natalia Beristaín

Luis Alberto Bravo Mora

12 de Enero de 2023

“El papel del artista es hacer preguntas, no responderlas.”
-Anton Chejov.

Por allá en el ahora lejano 1987, ví por primera vez a la maestra Julieta Egurrola, esto fue en la Tv., ¡en una telenovela que se llamaba “Quinceañera” !, en donde mi novia Adela Noriega era la protagonista y obvio, por este lazo sentimental que nos unía en la ficción, todo aquel que le hiciera daño a mi Maricruz amada, en automático, ¡se convertía en mi archienemigo! Y no, no era el Memo quien más la hacía sufrir, sino la señora Carmen Sarcoser de Fernández, la mismísima madre de mi Maricruz (Adela Noriega pues) interpretada magistralmente por la maestra Julieta Egurrola; odiaba con odio jarocho a esa mujer, malvada, sin corazón, porque en ella veía a mi vecina chismosa, a mi tía metiche, a varias maestras holgazanas, a doña Chaya la más temible del pueblo, la señora que nos inyectaba a todos los niños; era la representación de todo lo que nos molestaba a esa edad.

Años después ya en la ciudad de Tijuana, mis maestros de teatro siempre hacían referencia a la maestra como ejemplo de talento histriónico: “No eres Julieta Egurrola”, “Julieta Egurrola solo hay una en México”, y cosas así. Ya en los 90’s, y radicando en el antiguo D.F., mi padre me llevó a verla en el teatro, y por fin pude dar fe del talento de esta señora: entraba a escena y era capaz de transformar la atmósfera del teatro. Mi padre y yo sucumbimos a sus pies, nos hicimos seguidores de su trabajo y en cada oportunidad nos lanzábamos a verla; charlábamos horas de su trabajo. Mi padre siempre se refería a ella como la mamá de Adela Noriega (o sea mi suegra) hasta que un día fuimos a verla en algo de Copí. Yo ya venía con mi formación académica en los Estados Unidos, verla en ese montaje para mí fue alucinante, más no para mi padre quien no dejaba de comentar que no había entendido nada y que “¡por qué la mamá de Adela había hecho una cosa tan fea como esa! Yo solo reía y pasaba nuevamente por mi cabeza las escenas de la maestra en un texto de Copí, y daba gracias al universo por haber tenido la oportunidad de ver algo como eso y con ella en escena.

Ya en la década de los 2000, pude conocerla, nos vimos varias veces, pero siempre me imponía la figura de la actriz de carácter. Si veinte veces nos vimos fueron pocas y en todas fui incapaz de saludarla, ni siquiera de emitir una respuesta a sus saludos; tuvo a bien intervenir un amigo en común para poder romper el hielo: Miguel Ángel Cárdenas, “el Chamaco”, y fue ella quien habló primero: “Y tú por qué me tienes miedo, ¿qué te pasa?”. Jajajaja, esas fueron sus primeras palabras y yo me puse más prieto que hornilla de la costa de Santiago, y así inició una amistad que he disfrutado a través de los años. Hemos hecho ya cosas juntos, ha estado por estas tierras en varias ocasiones, platicamos por algunos medios y mantenemos una comunicación constante y una amistad que disfruto de corazón, pero porque les escribo todo esto? Pues porque hoy se estrenó “Ruido”,  la nueva película de Natalia Beristaín,  y no sabe usted que cosa: es una película hecha con amor, con pasión y en familia, es un reconocimiento involuntario a los actores que conformaron la Compañía Nacional de Teatro con el maestro Luis de Tavira. La primera media hora es impactante, la manera en la que van mostrando como cada miembro de la familia vive su propio duelo es desgarradora. Arturo Beristain mis respetos, que tremendo trabajo, Pedro de Tavira a través de una pantalla nos lleva a otro tipo de dolor.

El trabajo de Gabriela Núñez es de cátedra, en tres minutos nos estremece, nos pega donde más duele como ser humanos, como mexicanos. De pie, me pongo de pie y le aplaudo diez minutos si es necesario, solo por reconocer el nivel actoral que nos regala. ¿Qué les puedo decir de la maestra Julieta Egurrola? Que por fin el cine le hizo el reconocimiento que se merece y que por décadas le había negado, que el cine por fin se rindió al trabajo de la señora Egurrola y que mejor que de la mano de su hija, la compañía de su familia y amigos todos involucrados en un trabajo que nos transporta a los más oscuros rincones de ese México que no queremos ver. 

Podremos estar de acuerdo o no con la manera de manifestarse de algunos movimientos, pero de que es algo que está y existe en este país, eso no lo podemos dejar de ver ni de negar su existencia y el trabajo de Natalia hace eso, reivindica un movimiento, lo humaniza, nos golpea de frente y sin miedo y, ¿sabe qué? ¡Nos deja temblando! Del trabajo de la señora Julieta Egurrola solo me queda decir: ¡que viva el cine, que viva la actuación, que viva el teatro y QUE VIVA LA MAESTRA JULIETA EGURROLA!!!!

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