Tepic, Nayarit, domingo 28 de abril de 2024

“El caso del hijo de Emilio, posible autosecuestro”

Ulises A. Rodríguez

18 de Febrero de 2023

(Es este un artículo donde el autor hace una serie de muy interesantes reflexiones sobre el secuestro de Ney Manuel González Sánchez, hijo de doña Carmen Sánchez y Emilio M. González Parra. Este trabajo periodístico fue escrito y publicado el 1 de marzo de 2011)

“Sé que mi comadre, es una comadre que anda por aquí muy seguido, que le gusta mucho el chisme, que inventa muchos rumores, una comadre que luego le da por andar en la política y que tampoco se le da mucho, quiero decirles que es falso el rumor que mi comadre, que su colaborador Genaro, que su colaborador Oscar, han difundido primero por internet y que se ha ido de boca en boca, era mi compadre, por eso se convirtió en mi comadre.

Sí he tenido episodios violentos en mi vida, son públicos, a los 13 años me secuestraron, me sacaron de mi casa, mi papá era senador de la república, alguna vez andando de novios por ahí en Xalisco, ya saben que en Xalisco no son dejados y menos cuando va uno de novio, de ahí en fuera no hay más.”

Las anteriores declaraciones las hizo el gobernador Ney González, en junio de 2008, cuando las campañas por la presidencia municipal de Tepic estaban en su punto más álgido; las hizo a propósito de un correo electrónico difundido entre los internautas nayaritas y donde se cuestionaba a Ney de tener vínculos con el crimen organizado. Además de culpar de la autoría de este correo al Dr. Miguel Ángel Navarro y a sus amigos periodistas Oscar González Bonilla y Genaro Martínez Haro, a los meses, el gobernador envió al congreso del estado una iniciativa de ley para modificar el código penal de Nayarit y castigar a “quien difundiera rumores difamando al gobernador”, Ahora bien. el mandatario se refirió al supuesto secuestro que sufrió a la edad de 13 años, lo cual es todavía un cabo suelto en la historia de este político, ¿Es de nuestro interés? ¡Por supuesto que sí!... esa persona que en 1976 pudo haber fingido su propio plagio hoy está a punto de concluir su gestión al frente del gobierno estatal y ha dejado a nuestro estado en una de las crisis más profundas en todos los rubros, económico, político y por supuesto en materia de seguridad pública…

Ahora bien, vamos a ubicarnos en el mes de julio de 1976. Ney González cuenta con trece años de edad entonces, es un niño consentido e hijo del senador de Nayarit, quien además ya se encontraba en la terna de los priístas que podrían suceder a Rogelio Flores Curiel en la gubernatura. Era uno de los “principitos” o “juniors de la política” mejor posicionados en el estado.

El 30 de julio de 1976, los agentes de tránsito Jorge Castañeda y Alfredo García encontraron un vehículo Chevelle con placas REE- 33, mal estacionado a espaldas del motel la Loma, el hallazgo se dio poco después de las cinco y media de la tarde. El automóvil era propiedad de la familia González Sánchez, y en particular se sabía que el conductor era el hijo del legislador, el joven Ney González. A partir de que se encontró el auto en el que viajaba Ney y, sobre todo, después de que se supo la identidad del conductor, se alarmó a las autoridades del estado. No sólo se trataba del posible plagio del hijo de un senador, sino también ese senador era un amigo personal del gobernador. Emilio M. González y Rogelio Flores Curiel, fueron buenos amigos hasta la muerte del primero. En un reportaje que aparece en el diario del PACÍFICO, con fecha 31 de julio de 1976, la declaración del entonces senador dice lo siguiente:

“En esos momentos (primera hora del día 29 de julio) yo me encontraba en la capital de la república. Los secuestradores llegaron a la casa de la familia, hicieron ruido y al tiempo que la señora Carmen Sánchez salía para averiguar de qué se trataba, dos hombres cubiertos con capuchas de color oscuro, cubiertos de cabeza a pies se fueron sobre ella para amarrarle las extremidades con cáñamo, por suerte la encontró la sirvienta de la casa de nombre Lidia López.

Después subieron – los delincuentes- a la segunda planta de la residencia, tomaron al pequeño y huyeron en un automóvil Chevelle 72, color verde oscuro y sin placas.”

Incluso, al ver que la secretaría de gobernación mandaba a sus agentes encubiertos para rastrear el paradero del joven Ney González y de otro plagiado, también de apellido González, el Dr. José de Jesús González González, el senador pidió a la policía y a las autoridades no intervenir en el caso de su hijo, ya que – como es natural- temía por la vida de éste. Sin embargo, hay muchas interrogantes que nos obligan a tomar como cierta la posibilidad de que se tratara de un atentado en contra de sí mismo, que, como dijera el chapulín colorado (Personaje de Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito) “estaba fríamente calculado”. Se supone, -por lo dicho en la declaración de don Emilio- que los plagiarios entraron a la casa del senador para raptar a su hijo. Sin embargo, ¿Cómo entraron? Ya que la casa era lo bastante segura como para impedir el acceso a un ladrón, o por lo menos, durante el intento de éste de ingresar a la vivienda se pudo haber realizado una llamada telefónica para alarmar a las autoridades.

Además, no hubo tampoco reportes de que se haya forzado alguna puerta para poder entrar. Suponiendo que fuera verdad que hayan entrado los delincuentes, según la declaración del senador, su mujer los descubrió en el primer piso al escuchar un ruido extraño, al verse descubiertos tuvieron que atar a la señora Carmen, pero aquí entra otra interrogante, al saberse descubiertos, lo más natural hubiera sido emprender la huída, ante el peligro de que vinieran los empleados de la familia, ¿Y en lugar de eso, optaron por ir a buscar a Ney hasta el segundo piso? Esto les hubiera tomado un buen margen de tiempo, suficiente para ser detenidos por el resto de los empleados en la casa.

Además, durante las averiguaciones, se demostró que los culpables del “plagio” eran jóvenes que no tenían experiencia en actividades delictivas, de hecho, en uno de los reportajes que hablan del asunto se les menciona como “muy jóvenes”.

Las declaraciones de Emilio M. González parecen tener el objetivo de cubrir algo más. No es descabellada la idea de pensar que el senador ya estaba enterado de que era un auto-secuestro, probablemente por la intervención de agentes encubiertos mandados por la secretaría de gobernación, mismos que estuvieron presentes en cafés, restaurantes, bares y todo lugar que sirviera de punto de reunión social, además de estar presentes en todos los poblados de Nayarit o por lo menos en lugares claves para tratar de descubrir algún indicio. La secretaría de gobernación es la encargada de manejar la política interna en el país, sobre todo las cuestiones de seguridad nacional; se dice que los agentes de esta dependencia tienen los métodos más efectivos para estar enterados de las cuestiones que puedan significar una amenaza a la tranquilidad social. No sería extraño el que descubrieran a las pocas horas del incidente, que se trataba de un juego de niños para sacar dinero. Una acción maquilada en la cabeza de un niño caprichoso y ambicioso, para obtener una gran suma de dinero fácil. Después de la aparición de Ney, quien estuvo en un supuesto “cautiverio” en las minas de arena que se encuentran muy cerca de la ciudad de Tepic, nada se volvió a hablar del tema. Jesús Antonio Sam López, quien acaba de fallecer el 2 de marzo del año pasado, fue el procurador de Justicia en Nayarit durante el gobierno de Rogelio Flores Curiel (1976-1981), lo fue también de Colima al final del sexenio de Carlos de la Madrid, en todo el gobierno de Carlos Moreno Peña y fue ratificado durante el interinato de Carlos Flores Dueñas; “hombre de hierro a quien se atribuye la frase: “Encierro, destierro o entierro”. Sam López fue el comisionado directo del gobernador Flores Curiel para investigar el “secuestro” del joven Ney González. Un hombre como Sam López, que acostumbraba –según testimonios de la época- a castrar a violadores o aplicar fuertes castigos a quienes robaban, un verdadero experto en la “ley del talión”, ¿dejaría pasar un hecho tan relevante políticamente como el secuestro del hijo de un senador? Sin embargo, el procurador solo atajaba una y otra vez los cuestionamientos de los reporteros diciendo que el caso “ya estaba resuelto”. Se detuvo a varios sospechosos, pero ninguno de éstos fue consignado. ¿Y qué hubiera pasado si durante las averiguaciones, los plagiarios, presa del temor, delataran a su cómplice como posible autor intelectual? De ser así, lo más conveniente para la carrera política de Emilio M. González y su escalada hacía la gubernatura del estado, habría sido evitar el escándalo. Probablemente dejándolos en libertad y condicionados a guardar silencio a costa de sus vidas. Alguna vez conversé con un compañero de Ney González, mientras éste era alumno en la escuela secundaria “Belisario Domínguez”, durante la plática me dijo que la verdad de que no hubiera detenidos en ese caso, era porque el padre del plagiado había llegado a un acuerdo con los cómplices de su hijo (el mencionado compañero de Ney, daba por descontada la idea del auto- secuestro, afirmando que así habían sucedido los hechos) al entregarles una suma de dinero y obligarlos a abandonar el estado. No se volvió a tocar el tema. Lo único que se sabe, según amigos de la familia y personas allegadas a don Emilio, es que la relación jamás volvió a ser igual entre padre e hijo. Se comenta que Ney y don Emilio vivieron en constante confrontación hasta que en 1998 falleció el querido líder obrero. Es motivo de reflexión para los nayaritas, este tipo de actitudes en quienes ahora nos gobiernan. La astucia para llevar a cabo un plan tan frívolo y perverso, como lo es un auto- secuestro sólo puede provenir de alguien con serios problemas mentales. Sólo puede salir de una mente siniestra y calculadora, que, por desgracia, actualmente cuenta con todo el poder político y económico en el estado. Parece increíble que ese niño caprichoso que según parece fingió su secuestro en 1976, esté a unos meses de abandonar el gobierno del estado tras haber arrastrado todos los nayaritas en uno más de sus berrinches: la ambición por el poder. 

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