Las horas

Las horas se deslizan rápidamente, como si tuviesen prisa, se dejan llevar por el viento y se alejan, se llevan nuestros suspiros, nuestras alegrías, nuestras vivencias.

Y no regresan, jamás lo hacen, vienen otras horas, minutos, segundos a veces llenos de alegría, otras veces cargados de tristezas decepciones que dan ansias de saltar a ese cielo que se ve tan azul a veces tan nublado y ver si ahí están los seres que nos han dejado aquí. Eso duele mucho, pero hay otras cosas que impiden que las horas sean gratas, amenas, deliciosamente dulces, a veces son amargas, crueles y despiadadas.

Otras llegan con melancolía, con añoranzas, ensueños, y suelen ser esperanzadoras. Añoro los días en que las horas parecían detenerse y envolverme en un mar de alegría, de risas, de canciones y bailes, de sueños... Sueños que se fueron también, pero he de desear horas con más ilusiones, más deseos. Más añoranzas. Las tristes que se vayan y no regresen, mi alma ya no quiere sufrir, ya no quiere llorar, se ha desgastado el corazón de tanto hacerlo.

Debo reír y soñar, soñar nuevos sueños, nuevas realidades, he de crearlas y sumergirme en ellas para no desfallecer. ¡¡¡He de volver a sonreír!!!