Tepic, Nayarit, sábado 18 de octubre de 2025

El riesgo latente de los periodistas honestos

Sergio Mejía Cano

06 de Agosto de 2025

Indudablemente se puede decir que para todo hay gente, gente que se presta para hacer el bien y, por desgracia, otra que se presta para hacer el mal o determinados trabajos sucios para afectar a otras personas que, sin conocerlas, las llegan a perjudicar de algún modo.

He ahí el caso de los guaruras o guardaespaldas de los que algunos de ellos hasta arriesgan su vida para proteger la de otros; claro que todo mundo tiene que comer y buscar la forma de cómo hacerlo. Sin embargo, quienes se prestan para agredir, intimidar o perjudicar de alguna forma a alguien más nada más porque les ordena su jefe que determinada persona lo ofendió, lo maltrató o lo miró feo o, como suele suceder a algunos periodistas, escribió algo que no le gustó.

En el gremio periodístico se han documentado infinidad de casos en donde varios reporteros, columnistas y articulistas o que ejercen el periodismo de cualquiera forma, has sido amenazados, golpeados y en algunos casos asesinados o desaparecidos.

El problema es tal vez, más allá de algún tipo de venganza en contra de un periodista, es posiblemente por ignorancia de quien manda castigar, asustar o amenazar a un periodista de que hoy en día, con las redes sociales ya menos se puede tapar el sol con un dedo, en el entendido de que nunca se ha podido hacer esto y menos ahora, pues si un periodista publica una nota que incomode a algún personaje ya sea de la política o del mundo empresarial, lo más probable es que esa nota que incomodó a determinado personaje poderoso, alguien más lo publica en las redes y, en algunos casos hasta casi en forma anónima o bajo un perfil falso; casi, porque como precisamente las redes sociales son precisamente eso: redes, todas están conectadas tal y como una red, por lo que cuando se investiga a fondo se puede llegar a desde dónde salió determinada información, obvio que para lograr este tipo de investigaciones se necesita a alguien versado en este tipo de tecnología o que sea de la policía cibernética y que la investigación se tenga que hacer bajo una orden judicial; pero de que se llega al fondo del asunto, siempre se llega, por lo que se podría afirmar que el anonimato en sí, no existe.

Si un personaje de la política, del mundo empresarial o de esos que se consideran poderosos, influyentes e intocables le ordena a alguien de sus lambiscones que le ponga un susto a un periodista que publicó una nota incómoda y ese lambiscón se avienta a hacer su sucio trabajo, ¿con qué cara podría mirar a sus hijos este lambiscón en caso de que los tuviera? Se entiende que la gente busca la forma de su sustento y el de su familia, pero si hay algo de lo más denigrante, es tratar de defender a otra persona que se podría defender por sí misma; pero, supuestamente para no quemarse o quedar en evidencia o para no desprestigiare les ordenan a sus lambiscones que atenten contra el periodista supuestamente incómodo.

Por lo regular un reporteo lo único que hace es investigar los rumores que se oyen y se dicen entre la ciudadanía, verificar que tan cierto o de fondo tienen esos rumores y lo da a conocer al público mediante un reportaje, un reportaje que a mucha gente le agrada al confirmar que es lo que piensa, sabe o intuye; a otras personas las hace reflexionar sobre lo que se publica y, tal y como lo hace un reportero, se pone a preguntar aquí, allá y acullá entre conocidos, amigos y familiares y hasta en encuentros ocasionales en la calle que qué opina de lo que se había publicado.

Sin embargo, y a propósito de reflexión, cualquier personaje que se cree poderoso, influyente e intocable, es lo que debería de hacer una nota periodística en donde se les nombra; ¡claro!, en caso de que tuvieran dos dedos de frente o determinado grado de análisis personal, pues alguna nota periodística en donde se le nombra, más la debería de tomar como una critica constructiva y tratar de enmendar los supuestos errores con los que se le señala y, en caso de no ser ciertos algunos de los rumores en donde se le achacan algunas anomalías, pues tratar de aclararlas y si la duda persiste, dejarla pasar en el entendido de que las cosas por su propio peso caen, pues cuántas cosas no se han aclarado con el paso del tiempo, llegando la mayoría de las veces a que todos aquellos rumores adversos se dieron bajo una campaña de denostación y sin fundamento alguno.

Aunque queda claro también que, así como se aclaran los rumores como falsos en algunos otros se llega a la conclusión de que resultaron ser ciertos.

Sea pues. Vale.

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