Tepic, Nayarit, sábado 18 de octubre de 2025

Usted disculpe

Sergio Mejía Cano

07 de Agosto de 2025

Recientemente cuando se apareció en varios medios informativos y noticiosos, así como portales y redes sociales en internet de que, a los señores, Ismael Mario Zambada García, Rafael Caro Quintero y Vicente Carrillo Fuentes no les sería aplicada la pena de muerte en los Estados Unidos de América, fue punto de polémica entre algunos camaradas en donde, obviamente, salieron voces a favor y en contra de la pena de muerte, en caso de que se siguiera insistiendo que se aplique en nuestro país.

Se entiende que se pude perder la vida en todo momento y lugar y sin edad específica; sin embargo, los adultos de la tercera edad y más allá estamos más propensos a morir debido a la merma de las capacidades físicas y pérdida de las defensas corporales en el sistema inmunológico en el entendido de que todo por servir se acaba; así que los personajes arriba mencionados se podría decir que ya están más para allá que para acá, por ya rebasar los 70 años de edad. Y si bien el promedio de vida entre la especie humana ha aumentado más que algunos años atrás, lo más probable es que no sean condenados a la pena máxima allá, en el vecino país del norte, por la posibilidad de que más pronto que tarde la vida misma se haga cargo de cumplir con su misión.

Aunque también habría que contemplar tal y como lo señaló la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en su conferencia matutina de ayer miércoles que, en los tratados de extradición se tiene contemplado que haya reciprocidad con las leyes del país que extradita a supuestos delincuentes o delincuentes en sí y, si en México no se aplica la pena de muerte, esto se debe de respetar en países en donde sí se aplique esta pena.

En la plática al respecto entre algunos camaradas y conocidos en donde hubo quienes se pronunciaron a que sí se tenía que aplicar en nuestro país, otros más dijeron que tal y como funciona la administración de Justicia en nuestro país, esta horrible pena se le podría aplicar a personas que al último resultaran ser inocentes, pues hasta hoy en día después de apresar a alguien por ser acusado de determinado delito y después de ser torturado y privado de su libertad durante un tiempo considerable, en los muy raros casos de que al hacerse las investigaciones más a fondo y profesionales resulta que el imputado es inocente, pues sale en libertad con la famosa frase de “usted disculpe”.

Sin embargo, en caso de existir la pena de muerte en nuestro país, en un dado caso de que se llegara a ejecutar a alguien a quien en un juzgado se le declaró culpable y resulta que posteriormente se comprueba fehacientemente que era inocente, pues entonces ni modo de sacarlo del pozo o resarcirlo de sus cenizas en caso de que haya sido cremado y revivirlo diciéndole esa misma frase de, usted disculpe.

Entre estos camaradas con quienes platiqué sobre lo anterior, me sorprendió la reacción de una persona que se las da de muy religioso y tal vez conocedor de la Biblia, pues después de oír algo que dijo otra persona, de inmediato dice una cita bíblica como por ejemplo, “hechos, tal y tal número o Eclesiastés tal y tal, Romanos, tal y tal, etcétera”; de igual forma cuando alguien dice: mañana te veo o haré esto, etcétera, su reacción inmediata es decir: “si Dios quiere, primero Dios, si Dios lo permite”. Dicha sorpresa para varios de los que estábamos en la charla fue que dijo que él estaba a favor de la pena máxima porque sí había gente que merecía morir debido a su maldad, aunque aclaró que siempre y cuando se le agarrara in fraganti violando o asesinando a alguien. 

Entonces, otra persona le preguntó que si se sentía tan religioso qué significaba para él el mandamiento bíblico de “no matarás”, a lo que no supo qué responder y menos, cuando alguien más le dijo que nadie podía disponer de la vida de otro ser viviente, no nada más de otro humano o humana, sino de cualquiera otra especie que esté viva.

En esta plática en cuestión se recordó lo que le había sucedido a un compañero ferroviario a mediados de los años 70 del siglo pasado, cuando sucedió un enfrentamiento a balazos en un lugar conocido como el kilómetro 40 en la salida a la carretera a Morelia, saliendo de Guadalajara, lugar también conocido como gasolineras las cuatas, entre elementos de las fuerzas públicas y supuestos guerrilleros de la zona urbana de la Perla Tapatía. 

A ese compañero ferroviario lo apresaron en Culiacán, Sinaloa sin tener nada qué ver más que tener un apellido raro que había pronunciado un guerrillero antes de morir.

Sea pues. Vale.

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